sábado, 26 de septiembre de 2015

LAS PARADOJAS Y LAS CONTRADICCIONES

La mente nunca será otra cosa: eso es lo primero que hay que entender. La mente es la lógica, son sinónimos. No puedes tener una mente ilógica; eso no ocurre, es imposible. Eso sería como tener una oscuridad iluminada, o una enfermedad muy sana. Sería en sí mismo una contradicción. La mente es la lógica. No funciona lógicamente, porque eso crea una falacia. La mente no es lógica, ¡la mente es simplemente la lógica!

¡A la lógica se le llama mente! De modo que nunca puedes tener una mente que sea algo más que lógica, la mente seguirá siendo lógica.

Puedes ir más allá de la mente, puedes entrar en lo trascendental, pero tendrás que dejar la mente detrás. Esa es la función de usar las contradicciones, las paradojas. ¿Cuál es la función de la paradoja? Confundir a tu mente, acabar con ella, destruir sus raíces, conmocionarla, derrumbar su lógica. y no lo conseguirás fácilmente, porque la mente tratará de encontrar nuevamente sus raíces. Se agrupará en sí misma de nuevo. Juntará sus fragmentos una y otra vez.

Y tengo que ser contradictorio continuamente, porque lo que estoy haciendo no es transmitirte una enseñanza, es darte un ¡trabajo! No es una enseñanza, es una acción. Recuérdalo: cuando te hablo, actúo sobre ti, es una operación. ¡Observa la distinción!

Un profesor tiene algo que impartir, un maestro tiene un trabajo que hacer; no ofrece enseñanza. Por eso no me importa si estoy hablando de zen, o de yoga, o de tantra o de sufismo. No importa, es sólo una excusa. ¿Qué importa si tengo un martillo que está hecho de oro o de plata, de hierro o de acero, pintado de negro, de verde o de rojo? No importa. ¡Lo que importa es que martille a tu cabeza con él! El color del martillo es lo de menos, su marca es insignificante. Lo importante es la acción.

Escuchándome, estás experimentando la operación. No es una enseñanza, es penetrar en tu ser. Y la mente es lógica, por eso tengo que ser ilógico. Si yo también fuera lógico, entonces la mente estaría siempre de acuerdo conmigo. Se convertiría en mi contemporánea. Diría: «¡Correcto! Eso es lo que siempre había pensado. Estás diciendo las cosas que siempre había pensado pero que no podía decir. Las estás diciendo mejor de lo que yo podría haberlas dicho, pero es lo mismo». Entonces no te has enterado. El asunto no es estar o no estar de acuerdo conmigo. Es una lucha entre tú y yo. Estoy aquí para matarte, y la única manera de matarte es -en el comienzo- golpearte en la cabeza, sin descanso, con argumentos ilógicos que tu mente no pueda seguir, poco a poco, empezará a sentirse cansada y exhausta, hastiada de todo. En ese cansancio, en ese agotamiento, te llegarán los primeros vislumbres del más allá. Las nubes se irán y tendrás algunos momentos iluminados por el sol. Una vez que hayas probado tales momentos todo será fácil; porque sabrás que eres algo más que la mente. Habrá comenzado el viaje. Pero antes que eso ocurra, hay una gran lucha.

Empiezas a crear un sistema a mi alrededor. Quieres que yo sea consistente, esto sería muy cómodo para ti, porque entonces no tendrías problema, estaríamos de acuerdo. Pero estar de acuerdo con facilidad sería demasiado barato. No dejaré que estés de acuerdo conmigo tan fácilmente. Continuaré diciendo cosas que supongan que desacuerdo, que creen continuamente un conflicto entre tú y yo. Continuaré diciendo cosas de forma que no serás capaz de encontrar una manera de seguirlas. Voy a crear contradicciones cada vez más grandes, más duras. Así es como cansaré tu mente, y le demostraré su impotencia.

Un día, escuchándome hablar de sufismo, estarás de acuerdo, y luego, otro día, escuchándome hablar de zen, estarás en desacuerdo. Si estás de acuerdo conmigo con lo que digo en el nombre del sufismo, estarás en desacuerdo cuando digo algo en el nombre del zen. Y luego hablaré de cualquier otra cosa.

Por ejemplo, alguien se preocupa porque dije que una vez que mis palabras han sido pronunciadas están muertas. Naturalmente surge la idea: «¿Entonces por qué las dices?». Y yo sigo hablando. De hecho, nadie ha dicho tanto como yo, y voy a continuar. Si las palabras están muertas, entonces ¿por qué? Esto sería lo lógico: si las palabras están muertas, entonces guarda silencio -si fuera así, te sentirías cómodo conmigo porque tu mente aceptaría esta conclusión-, pero si pueden expresar la verdad y además yo estoy usándolas, entonces no hables en contra de las palabras y sigue utilizándolas. Eso también sería lo correcto. Estarías de acuerdo conmigo: «Este hombre cree en las palabras, y cree que las palabras pueden decir algo, y las dice»; de modo que no hay problema.

Pero no voy a resolver esto tan fácilmente. No quiero que tu acuerdo conmigo sea tan fácil. Sólo dejaré que estés de acuerdo conmigo cuando haya surgido una comprensión no sólo mental en ti. Y no quiero estar de acuerdo con tu forma de pensar porque eso sería estar de acuerdo con tu mente. Y entonces yo no te sería de ninguna ayuda; estaría reforzando tu mente. Y no estoy aquí para eso. Tengo que desarraigarla, destruir sus raíces.

Por eso un día digo que no se puede decir nada, y luego sigo hablando. Ahora bien esto te va a desconcertar.

Cuando citas a Lao Tzu. Dices: el Tao dice: «Aquel que sabe no habla». Pero ¿crees que Lao Tzu estaba en silencio? ¿Entonces quién dijo esto?

Decir que aquel que sabe no habla es decir algo, algo, además, de inmensa importancia. Tú no habrías oído hablar de Lao Tzu si él no hubiera dicho algo. Y hay millones de maneras de decirlo. Incluso cuando vas a un maestro zen y le haces mil y una preguntas, él se mantiene en silencio y entonces de repente dice: «Toma una taza de té», esa es su forma de decirlo. Pero dice algo de todas formas. ¿Qué está diciendo? Está diciendo: «¡Abandona todo este sin sentido!». Cuando dice: «Toma una taza de té», quiere decirte algo de gran importancia: «Todo esto de lo que estás hablando es pura tontería. Es mejor que te vuelvas un poco más alerta». Ese es el símbolo del té: «Toma un poco de té». En el zen una taza de té significa: medita un poco, ten un poco más de consciencia.

El té fue descubierto por Bodhidharma, el fundador del zen. La historia es hermosa.

Él estuvo meditando durante nueve años, de cara a una pared. Nueve años, sólo mirando a una pared, continuamente, y algunas veces, era natural, se dormía. Luchó y luchó con el sueño; recuerda, sueño metafísico, la inconsciencia. Quería permanecer consciente incluso durante el sueño. Quería tener una continuidad de consciencia; la luz debería seguir alumbrando día y noche, durante las veinticuatro horas. Eso es dhyana, eso es meditación, consciencia.

Una noche sintió que era imposible mantenerse despierto, se estaba durmiendo. !Se cortó los párpados y los arrojó al suelo! Ahora no había manera de que pudiera cerrar los ojos. La historia es hermosa.

Para conseguir los ojos internos, los ojos externos deben ser desechados. Hay que pagar ese precio.

¿Y qué sucedió? Después de unos días encontró cómo esos párpados que había tirado al suelo habían comenzado a crecer en forma de pequeños brotes. Ese brote se convirtió en el té. Por eso si bebes té, algo de Bodhidharma te penetra y no te puedes quedar dormido. Bodhidharma estaba meditando en una montaña llamada Ta, por eso se le llama té. Ese ta puede pronunciarse de dos maneras en China, o bien ta o cha. Por eso en hindi se le llama chai, viene de la montaña en la que Bodhidharma meditó durante nueve años. Es una palabra.

Cuando el maestro zen dice: «Toma una taza de té», está diciendo: «Prueba un poco de Bodhidharma. No te preocupes de estas preguntas: ¿Existe Dios o no? ¿Quién creó el mundo? ¿Dónde está el cielo y dónde está el infierno? ¿Cuál es la teoría del karma y el renacimiento?

Cuando el maestro zen dice: «Olvídate de todo esto. Tómate una taza de té», está diciendo: «Mejor hazte consciente, no te líes con todas esas tonterías. Eso no te va a ayudar en absoluto». Pero no te creas que está silencioso. Está hablando, ¡está hablando con su martillo! Lao Tzu dice: «Aquel que sabe no habla». Entonces, ¿qué hay de Lao Tzu?, porque él ha hablado, lo sepa o no.

Será un problema. Te confundirá.

Lo que quiere decir en realidad es: el que sabe habla y sabe bien que no se puede hablar de ello. !Sin embargo habla! No se puede hablar de lo que él tiene, pero la gente que está en el mundo no puede conectar con él de ninguna otra manera que no sea hablando, porque la gente sólo conoce un puente. Todos los demás puentes han sido rotos. Sólo hay un puente entre la gente, y éste es el del intelecto, el del idioma. Todos los demás puentes están rotos. El sentimiento ha desaparecido, la intuición ha desaparecido, el instinto ha sido reprimido y asesinado. ¡El hombre ha quedado paralizado! Sólo una cosa vive todavía: el idioma, la mente, el pensamiento.

Él también conoce una cosa: que sólo escucharás si algo es impartido en pensamientos. De otra forma no lo escucharás. Entonces ¿qué se supone que debe hacer? Hablará y a la vez te mantendrá alerta: «No colecciones sólo mis palabras, porque las palabras están muertas».

¿Entonces cuál es la función de las palabras del maestro? Esas palabras están para provocarte, para seducirte en un viaje de silencio sin palabras. Y esa es también mi situación.

Soy como Carlyle, que dicen que escribió cincuenta volúmenes sobre el valor del silencio. El silencio es tan vasto; ni cincuenta volúmenes, ni siquiera quinientos podrán hacerle justicia. Puedes escribir cinco mil volúmenes y no habrás dicho nada sobre él. El silencio es tan vasto...

¿Puedes pintar el cielo? Sí, lo puedes pintar, pero el cielo pintado será sólo una proporción diminuta. Puedes seguir pintando, pero no puedes agotar el cielo, porque para agotarlo necesitarás un lienzo tan grande como el cielo, y eso no es posible. ¿Dónde guardarás el lienzo? Necesitarás otro cielo, y no hay otro.

Así es la verdad: ninguna palabra puede contenerla. Pero las palabras son la única comunicación que queda entre los hombres. Por eso el maestro tiene que usar palabras y a la vez tiene que recordarte continuamente que las palabras no tienen significado.

sábado, 19 de septiembre de 2015

EQUILIBRIO EN LA VIDA

Hace algún tiempo se me hizo esta pregunta: «¿Por qué Sócrates continuó viviendo con esa mujer inoportuna y regañona, Xanthippe?».

La pregunta es relevante, porque él también está viviendo con una mujer inoportuna y regañona. Pero recuerda, Sócrates era responsable. Él pretendía ser demasiado tranquilo, demasiado filosófico. Xanthippe no era tan mala como la pintan. Si entras en la filosofía del asunto, ella era la víctima de un filósofo. La pobre mujer tenía que hacer todo el trabajo. Hay una especie de equilibrio. Siempre que dos personas están juntas hay un equilibrio. No trates de hacerte el serio, de otra forma el otro tendrá que calentarse más de lo necesario. No trates de hacer que estás en el cielo, de otra forma el otro tendrá que parecer el infierno. Sé natural, sé normal. Es bueno a veces enfadarse y algunas veces estar triste, y algunas veces ser como el infierno y algunas veces ser como el cielo.

Entonces ambos son naturales, son normales. Y una relación normal es una relación cielo/infierno. Cuando uno es -o pretende ser- celestial o diabólico al otro no le queda otra posibilidad. El único papel que le queda por hacer es el opuesto. Tienes que entender esto. Éste es uno de los grandes problemas en el mundo.

He oído...

Avicena, un médico y filósofo árabe, había oído hablar de la fama espiritual de Abel Hasan Khargani y visitó al maestro en su casa en Khargani. En ese momento el maestro estaba ausente de su casa, pues había ido a buscar a las junglas cercanas leña para el fuego atendiendo a la solicitud de su esposa. Cuando Avicena le preguntó a la esposa dónde estaba el maestro ella respondió encendida: «¿Por qué deseas ver a ese lunático impostor? ¿Qué asuntos tienes con él?». Y continuó criticando despreciativamente al maestro, y desacreditando su estatus espiritual.

Avicena se quedó muy perplejo. Lo que ella dijo contradecía lo que previamente había oído, y se sintió poco inclinado a seguir buscándolo. De todas formas, pensando que había venido de tan lejos para ver al maestro, decidió visitarlo. Yendo hacia la jungla se quedó asombrado al ver que el maestro se aproximaba a su regreso de la selva con un gran atado de leña cargado sobre las espaldas de un tigre.

El filósofo, después de presentar sus respetos, le preguntó al maestro el significado y la diferencia entre lo que le había contado su mujer y lo que él había visto con sus propios ojos.

El maestro respondió: «No hay nada asombroso en ello. Es una mera cuestión laboral. Cuando me pongo y cargo con el peso del sufrimiento del lobo (léase esposa) en mi hogar, entonces automáticamente este tigre de la jungla carga mi peso por mí».

El maestro sufí está diciendo: «También existe una especie de equilibrio en la existencia». No sólo hay un equilibrio entre Xanthippe y Sócrates, también lo hay entre esta pareja y la existencia. Sócrates era inmensamente respetado por la gente; su mujer abusaba de él, le torturaba, pero él era respetado por la gente.

Esta historia es bella. Khargani está diciendo: «Es una cuestión de esfuerzo, no hay nada maravilloso en ello. Cuando me pongo y cargo con el peso del sufrimiento del lobo en mi hogar, entonces automáticamente este tigre de la jungla carga mi peso por mí».

Recuérdalo siempre, la vida sólo puede existir en equilibrio. Siempre ha sido así. Buenas mujeres siempre encuentran malos maridos, y buenos maridos siempre encuentran malas mujeres. Y es de tal modo que no existen excepciones. No puede haber ninguna excepción.

Un hombre fue a ver a Sócrates y le preguntó:

-Me gustaría casarme. Soy joven. ¿Qué me sugieres?, pues he oído muchas historias sobre tu vida matrimonial. Eres la persona más experimentada respecto al matrimonio. He venido a recibir tu consejo. ¿Qué debería hacer? ¿Está bien casarse, o es bueno seguir soltero? ¿Qué es más extático?

-Mejor cásate -dijo Sócrates. -Me sorprendes -dijo el joven.

-No hay nada de que sorprenderse, es sencillo -dijo Sócrates-. Si consigues una mujer tal como la que yo tengo, te convertirás en un gran filósofo. ¡A mí me ha sucedido! ¡Es por pura necesidad! Sólo para sobrevivir me he tenido que volver tranquilo y meditativo y silencioso. Eso me ha ayudado inmensamente. Si logras una buena esposa serás feliz, si consigues una mala esposa te convertirás en filósofo. De ambas formas serás beneficiado. ¡Cásate!

Pero no puedo decir que Sócrates no sea responsable del comportamiento de Xanthippe.

Por esta razón muchos buscadores de la verdad en Oriente han permanecido solteros. Existe una razón para esto. La razón fundamental es la compasión -no es que no puedas alcanzar la verdad si tienes esposa-, porque si te vuelves muy meditativo y vives con tu mujer, destruirás su ser. Ella comenzará a equilibrar se volverá fea, se volverá negativa. Si eres positivo, ella se volverá negativa. Entonces estarás cometiendo un crimen en su contra, y serás el responsable. Durante siglos, en Oriente, los buscadores de la verdad se han quedado solteros. Es sólo por compasión: ¿por qué destruir a otro ser humano?

Sócrates era tan silencioso, tan meditativo, estaba tan comprometido con su búsqueda de la verdad que su esposa simplemente se sintió rechazada, ignorada. Ella quería su atención. Puedo verlo, cuando le echa encima la tetera, sólo estaba pidiéndole un poco de atención. Él debía de ser demasiado frío, de modo que lo estaba calentando un poco. Él debía de ser desapacionado, ella estaba buscando algo de pasión. Si podía enfadarse, entonces podría también amar.

Pero no estaba enfadado. Lo usaba como un ardid: se calmaba y se tranquilizaba más. Dejó que el agua caliente quemara su cuerpo, pero permaneció siendo un testigo. Aunque esto debió de volver más loca a su mujer. ¿Cómo puedes perdonar a un marido así, que no salta y te la devuelve? Si él se la hubiera devuelto, su esposa se hubiera tranquilizado.

Si estás casado es mejor ser normal. Tu búsqueda de la verdad debe ser interna. En la relación con tu esposa o con tu marido deberías ser un ser humano normal. De otra forma estarás cometiendo un crimen, un pecado: destrozarás a la mujer o al hombre. Medita luego, cuando estés solo. Y algunas veces, si hace falta, ¡enfádate! Como en el teatro, actúa, incluso si no hace falta, porque una vez que has decidido vivir con un hombre o con una mujer tienes que cumplir ciertas responsabilidades. A veces tienes que enfadarte, es tu responsabilidad.

Si uno decide estar en una relación tiene que preocuparse de no destruir al otro, de no lanzar al otro demasiado en la polaridad. La vida se equilibra a sí misma. Si tú eres demasiado positivo, el otro se vuelve demasiado negativo. Por eso ve al cincuenta por ciento, negativo y positivo, de modo que el otro también esté al cincuenta por ciento, negativo y positivo ambos. Y cuando esto ocurre, se da un tipo de relación bella, surge la belleza. Hay una gran música y armonía. Se convierten en una orquesta.

Si esto no se da es mejor permanecer soltero, es mejor estar solo. Y por lo menos no molestarás a ningún otro ser humano.

Oriente tiene razón: si eres un buscador de la verdad es mejor estar solo. Y si estás ya en una relación y has comenzado la búsqueda de la verdad, entonces por lo menos puedes actuar. No hace falta estar realmente enfadado, puedes actuar y eso bastará. Puedes ser caliente a veces. Y puedes demostrarlo; es algo que le debes al otro.

sábado, 12 de septiembre de 2015

LA VIDA SUPERA A LA FICCIÓN

Las ficciones son sólo reflejos de la vida; ¿Cómo pueden superar a la vida? Las ficciones son únicamente parte de la vida. La vida es una totalidad muy complicada: no tiene principio ni fin. Tus ficciones empiezan y terminan.

Conozco a una persona que siempre empieza a leer las novelas por la mitad. Le pregunté: «¿Qué sentido tiene? Me dijo: «De esta forma mantengo durante más tiempo el suspenso: no conozco el final, ni tampoco el principio. Si empiezas desde el principio sólo tienes curiosidad por el final. Yo soy curioso por los dos lados. !Así lo disfruto más!».

La vida es así, siempre está en la mitad. Siempre estás en el medio, no conoces el principio. Las religiones de alguna forma han tratado de suministrar el principio. Todas esas filosofías sobre cómo empezó el mundo son sólo tonterías, porque el mundo nunca empezó. Siempre ha estado en el medio. Ese es el misterio, pero la mente anhela un principio.

Y luego hay personas que suministran las respuestas. Dicen: «Cierto día Dios creó el mundo». ¿Y qué ha estado haciendo él antes de eso? ¿Y cuánto tiempo lleva sentado? Los cristianos dicen: “Dios creó el mundo cuatro mil cuatro años antes de Jesús. Empezó un lunes determinado, terminó el sábado por la tarde y el domingo descansó». Entonces, ¿qué hacía antes? ¡Inmensa eternidad! Debió de aburrirse. De hecho Eva se debió de haber suicidado o quizá se volvió loca.

El mundo nunca empezó. ¿Cómo puede tener un principio la totalidad? Quizá puedes llegar a concebir el principio, pero entonces necesitarás algunas cosas antes del principio y ya no será el principio. Necesitarás espacio. Dios dice: «¡Que se haga la luz!». Pero ¿en dónde? Hará falta un dónde. Hará falta un tiempo. ¿Cómo puede empezar un lunes de repente sin tiempo? Antes hace falta un domingo, de otra forma, ¿cómo le vas a llamar lunes? Sería un absurdo.

No, el mundo no tiene principio y tampoco tiene final. Simplemente sigue existiendo, y todo es tan complicado, todo está tan entrelazado con todo lo demás que nada se halla separado. Yo estoy en ti, tú estás en mí. Tú estás en los árboles, los árboles están en ti. Las rocas están en ti, tú estás en las rocas. La esquina más alejada -si es que hay alguna- está conectada contigo.

Toca un pequeño guijarro y has tocado toda la existencia.

Toca la realidad en cualquier lugar y tocarás el todo. Y el todo es inmenso, es infinito.

La vida es muy extraña porque es un gran misterio. He oído acerca de cierto doctor:

Había una vez dos hombres jóvenes que se hicieron amigos íntimos. Un día, durante una comida, mientras estaban sentados y hablando, para su sorpresa, ambos se dieron cuenta de que estaban en tratamiento con el mismo psicoterapeuta. Y mientras comparaban sus notas, estuvieron de acuerdo en que el doctor era competente y servicial. También era enloquecedoramente tranquilo y pomposamente seguro de sí mismo. Si sólo hubiera una manera de agitarle, de hacerle sentir inseguro como él les hacía sentir a ellos...

Alegremente montaron una estratagema para desmontar al buen doctor. Juntos se inventaron un elaborado sueño, y ensayaron la historia hasta que cada uno fue capaz de presentarlo como suyo propio. Ese lunes iba a ser el día del ajuste de cuentas. El primer joven acudiría a su cita por la mañana y le contaría al terapeuta "su" sueño. Su amigo repetiría la actuación en su sesión de esa misma tarde. Veremos cómo el doctor se las arregla en este caso.

El lunes, el primero de los jóvenes acudió a su sesión y contó el sueño cuidadosamente ensayado. Ocultó su secreta alegría mientras hacía que el terapeuta interpretara su sueño. Esa tarde, su amigo también tuvo una actuación perfecta mientras contaba el sueño como si fuera suyo. Cada detalle de la segunda versión era idéntico a los de la primera.

Estaba encantado al ver el inusual aspecto de incredulidad reflejándose en el rostro del terapeuta:

-Dios, es extraño -dijo el doctor-. Es la tercera vez en el día de hoy que escucho exactamente el mismo sueño.

La vida es extraña. Las cosas suceden de verdad.

La vida es inexplicable. Todas las explicaciones se quedan cortas. Todas las explicaciones son estúpidas, tontas. La gente real que entiende el misterio de la vida no te da ninguna explicación sobre ella. Te ayudan a experimentar el misterio pero no lo desmitifican. Ahí es donde la ciencia y la religión se separan. Todo el esfuerzo de la ciencia consiste en desmitificar la vida, explicarlo todo; y siempre que algo se explica pierde la capacidad de producir admiración. Entonces el amor no es otra cosa que hormonas, y enamorarse no es otra cosa que química. Entonces, todo lo que haces y todo lo que te sucede se vuelve muy mundano, muy ordinario, muy superficial, no vale la pena hacerlo.

Sólo piensa..., te estás enamorando de una mujer por tu química. Te sientes atraído sexualmente porque tu cuerpo libera ciertos compuestos químicos, porque ciertas hormonas se mueven en tu sangre. Si eliminas esas hormonas, si cambias la química, no te sentirás atraído. Desaparecerá todo el amor. En el momento en que piensas en la química del amor, éste desaparece. Sólo queda la química -dos químicas atrayéndose mutuamente-; casi somos víctimas de la química. La alegría, la felicidad, la gloria, el esplendor, todo desaparece.

Los científicos tratan de suministrarnos respuestas, y aunque han fracasado, la gente todavía no se ha enterado. Este siglo ha visto uno de los fenómenos más grandes: el científico ha fracasado, ¡totalmente! El científico se ha ido acercando cada vez más a la verdad, pero cuanto más cerca ha estado de ella, más perplejo se ha quedado. Cuanto más se acerca a la verdad, más parece ésta misteriosa, incognoscible.

Albert Einstein dijo antes de morir: «Para mí el mundo es ahora todavía más desconocido que cuando empecé mi trabajo. Comencé con la idea de encontrar algunas explicaciones, de poder entender las cosas un poco mejor, de ayudar a crear algunos razonamientos. Pero todas las explicaciones que se dieron en mi juventud ya no valen. Estoy sencillamente perplejo. Me muero no como un físico sino como un místico. Y la próxima vez, si regreso, me gustaría ser fontanero en lugar de físico».

Una gran declaración... porque el fontanero sabe más del misterio, lo vive, lo disfruta. Por "fontanero", él quiere decir: «Me gustaría ser una persona normal, una persona muy normal, un granjero. un jardinero, un fontanero. No me preocuparía en desmitificar la existencia. En su lugar, la viviría, la experimentaría. En su lugar cantaría o bailaría».

La vida es extraña, y esa es la contribución básica de la religión al mundo. La religión te ayuda a entrar en el misterio sin desmitificarlo. Ahí es donde se equivoca la teología. La teología no es religión. La teología hace el mismo esfuerzo que la ciencia: tratar de hallar explicaciones. Los maestros zen tienen razón cuando se ríen de tus preguntas, y los sufíes tienen razón cuando las responden de modo absurdo. La respuesta no tiene nada que ver con la pregunta. Si te estás quedando perplejo, es un gran paso. Si te olvidas de tu conocimiento, si desaprendes tus explicaciones, es realmente un gran paso hacia Dios. Vive sin explicaciones y vivirás una vida religiosa.

sábado, 5 de septiembre de 2015

EL AMOR Y LOS APEGOS SUPERFICIALES

Los llamas apegos superficiales, por eso no has sido capaz de experimentar amor profundo. Lo desapruebas. Llamar a cualquier cosa superficial es impedirte que entres profundamente en ello. Nadie quiere entrar en algo superficial. Pero la palabra es significativa. ¿Qué quiere decir superficial? Significa que estás tocando sólo la superficie. Si entras profundamente, se convertirá en profundo. Toda superficialidad contiene una profundidad, si no tampoco sería superficial. La superficie del océano sólo es posible porque existe la profundidad del océano. La superficie contiene la profundidad y la profundidad no puede existir sin la superficie. Entiéndelo.

Cualquier cosa superficial puede volverse muy profunda, depende de ti; y cualquier cosa profunda puede quedarse en algo superficial, eso también depende de ti. La gente ha sido enseñada a censurar las cosas superficiales. Por eso les está prohibido experimentar la vida en profundidad. Todo es superficial. Te enamoras de una mujer; esto es superficial. Tienes una amistad; esto es superficial. Tienes flores; esto es superficial, porque las flores son momentáneas. Y tus religiones continúan diciendo: «Busca lo eterno. No te enamores de lo momentáneo». ¡Y lo momentáneo contiene lo eterno! El momento es la eternidad. Si tú censuras la ola nunca conocerás qué es el océano, porque la ola contiene el océano.

Abandona las censuras. Olvídate de esas palabras: superficial, momentáneo, temporal, mundano, son todas palabras peligrosas. Una vez que empiezas a emplearlas, una vez que te acostumbras a ellas, te impiden entrar en profundidad. Es como censurar la puerta: dices: «Una puerta es sólo una puerta. Yo voy buscando el templo». Pero vayas a donde vayas primero encontrarás una puerta, y luego el templo. Y si estás en contra de la puerta, te seguirás moviendo y nunca encontrarás ningún templo. La puerta pertenece al templo. Es tan divina como la deidad que hay en el interior.

Aprende a respetar lo momentáneo y pronto lo eterno llamará a tus puertas. ¡Ama también lo superficial! ¡Ama también lo físico! Sé sensual, sé sexual. No censures porque esas son las puertas. Sólo a través de esas puertas entrarás en algo que no es sexual, que no es sensual. Éste es el misterio de la vida: la sensualidad te conduce a la no sensualidad, la sexualidad te conduce a la no sexualidad. El cuerpo te conduce al espíritu, y el mundo se convierte en la puerta hacia lo divino, hacia Dios.

¿Cómo puedes experimentar amor profundo? Primero, todo lo que experimentas lo llamas superficial. Segundo, no has experimentado amor profundo pero debes de tener una idea de lo que se supone que es el amor profundo; un ideal perfeccionista de que el amor profundo debe ser "de esta forma", y nunca lo encontrarás, porque en la vida todo está entremezclado. En la vida el cielo y la tierra están mezclados: nunca encontrarás un cielo puro ni tampoco una tierra pura. Te sorprenderá saber que las grandes religiones se extienden por el mundo por las mismas rutas por las que se extienden las grandes epidemias. La misma ruta por la que se extienden las plagas es la que utiliza el cristianismo. Pero no puedes censurarlo sólo por eso.

Todo en la vida está entremezclado. Tienes que aprender que la vida contiene una multiplicidad, y tienes que empezar a descifrar diferentes cosas en la vida. Descifra la superficie y alcanzarás lo más profundo. Cuando entres en el cuerpo, ¿cuánto tiempo podrás evitar el espíritu? La gente tiene grandes ideas sobre el amor, sobre cómo debería ser; tienen ideales imposibles sobre el amor. Luego no pueden satisfacer ese ideal y se sienten mal.

Abandona todos los ideales sobre el amor. ¡No sabes qué es el amor! Todo lo que conoces lo llamas superficial, todo lo que no conoces lo has reunido de grandes poetas y filósofos, que a su vez podrían haberlo reunido de otros poetas y de otros filósofos, y esto continúa sucesivamente. No conoces lo que es un amor profundo. Conoces lo superficial. Pero eso, de momento, está perfecto. Entra en lo superficial, entra totalmente, de esta forma te encontrarás con lo hondo, con lo profundo. Y te sorprenderá porque no tiene conexión alguna con los ideales que tiene la gente. Es tan indefinible que ninguna definición se ha ajustado jamás a la realidad. Y es tan misterioso que no tiene explicación posible. No se puede reducir a una teoría. Acepta lo ordinario; ahí está oculto lo extraordinario.

Y tu espera parece ser floja, pasiva, estás esperando medio muerto, en una especie de gran letargo. Dios no sucederá, ésta no es la forma de esperar a Dios. Sólo llegará la muerte. De este tipo de espera sólo resulta la muerte, nada más. Y no pospongas, no juegues. Éstos son juegos de la mente.

¿Cómo lo sabes? ¿Cómo sabes que no puedes hacer nada? ¿Has hecho todo lo que puedes hacer? ¿Has llegado a este punto por experiencia propia? Entonces no habrías preguntado: «¿Puedo hacer algo más aparte de esperar?». Todavía quieres hacer algo. Ésta no es tu experiencia; todavía hay deseo. Todavía hay algo tanteando en la oscuridad, pero te estás auto consolando porque «hay una estación para cada cosa y en el momento adecuado ocurre lo que es necesario».

Éste es el cliché. Abandónalo. Lo has oído repetir demasiado a menudo, se ha metido en tu mente. Esto es sólo auto consolarte. Esta consolación se transformará en veneno. Ésta es una manera que tiene la mente de posponer. Ella nunca se quiere meter en nada, sólo desea, vive deseando. De hecho si lo que desea se produce inmediatamente se frustra.

Hay un hermoso poema de Rabindranath Tagore: «Busqué a Dios durante muchas vidas y siempre le vi muy alejado, en algún lugar pasando cerca de una estrella. Y mi anhelo se fue haciendo cada vez más grande, y busqué y busqué. Y estaba muy feliz con mi búsqueda, inmensamente feliz con mi búsqueda. Entonces un día ocurrió: llegué a la casa donde vivía Dios. Leí la placa de la entrada. Estaba muy excitado, estaba lleno de felicidad. ¡Había llegado! Estaba a punto de llamar a la puerta cuando mi mente dijo: "Espera un momento. Piénsatelo dos veces. Puede que aquí le encuentres de verdad. ¿Entonces qué? Si realmente está aquí, ¿entonces qué harás? ¿Cómo vivirás? Tú vives de tu deseo por él, vives de ese deseo. Eres un buscador, un investigador; esa es la única forma que conoces de ser. Si le encuentras te quedarás atrapado. Entonces, ¿qué harás?"». Y Rabindranath dijo: «Realmente me asusté mucho. Toda mi alegría desapareció». Sí, esto era algo muy importante a tener en consideración. «Si llamo a la puerta y él me abre y me abraza, ¿entonces qué? ¿Entonces adónde iré? Me quedaré atrapado en su abrazo, y puede que él sea muy hermoso, pero eso será mi final, el de mi mundo, el de los caminos que siempre he conocido, y ha sido muy hermoso buscar e investigar.» Él cuenta: «Me quité los zapatos y bajé las escaleras con ellos en la mano porque tenía miedo de que pudiera oír el ruido -¡hay alguien ahí!- y pudiera abrir la puerta sin que yo llamara. Entonces me escapé, y corrí más rápido que nunca. Desde entonces me he estado escapando y no miro hacia atrás. De nuevo he comenzado a buscar y a preguntar a la gente: "¿Dónde está Dios?". Y de nuevo lo vuelvo a ver a veces, en algún lugar, allí, muy lejos en las estrellas. Empecé a buscarle y sigo buscándole, y todo el tiempo he estado sabiendo dónde vive de modo que evito su casa. Voy a cualquier otro lugar».

La mente existe deseando. Y la mejor manera de continuar deseando es tumbarse en un profundo letargo y esperar a que llegue la estación adecuada. Nunca llega, porque siempre es la estación correcta. Sólo cuando estás intensamente encendido llega; de otra forma está ahí. Cuando estás encendido, cuando te conviertes en primavera, de inmediato entras en contacto con la primavera que está eternamente presente. No seas letárgico.

Puedes vivir en una especie de letargo para siempre; no te ocurrirá nada. Y no te estoy diciendo que Dios no les suceda a aquellos que esperan. ¡Sólo sucede a aquellos que esperan!, pero su espera tiene una cualidad diferente. La espera tiene que ser encendida, sólo entonces Dios sucede. Cada fibra de tu ser debe estar despierta, alerta: en cualquier momento va a suceder, ¿cómo puedes dormirte?

Se cuenta que Jesús decía a sus discípulos una y otra vez: «Estad alerta. No os durmáis». Y cuenta la parábola que el Maestro le dice a sus criados: «Me voy de peregrinación pero podría regresar cualquier día, en cualquier momento, de día o de noche. Tenéis que estar despiertos las veinticuatro horas del día porque podría llegar en cualquier momento, y llegaré sin avisar».

Ésta es la situación: los criados tienen que seguir vigilando día y noche. Tienen que estar alertas, el maestro puede venir en cualquier momento.

Dios puede llegar en cualquier momento; tienes que estar alerta, vigilante. Tu espera debe observadora, intensa. Esa es tu forma de hacer. Esperar no es el opuesto de hacer. Esperar es el tipo de acción más alto, más sutil. Esperar es la forma de acción más elevada.

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