sábado, 29 de abril de 2017

LA RELAJACIÒN Y LA TENSIÒN

La relajación total es lo más elevado. Ese es el momento en que uno se convierte en Buda. Ese es el momento de realización, de iluminación, de consciencia crítica. Hoy dìa tú no puedes estar relajado. En el núcleo más profundo persiste una tensión.

Pero relájate. Empieza desde la superficie; ahí es donde estamos, y sólo podemos empezar desde donde estamos. Relaja la superficie de tu ser: relaja tu cuerpo, relaja tu comportamiento, relaja tus actos. Ralentiza todos los procesos; no tengas prisa, no te apresures. Muévete como si tota la eternidad estuviera a tu disposición; de hecho, lo está. Estamos aquí desde el principio y vamos a estar aquí hasta el mismísimo fin… si hay un principio y un fin. De hecho, no hay principio ni fin; siempre hemos estado aquí y siempre estaremos. Las formas van cambiando, pero la sustancia no; los ropajes van cambiando, pero el alma no.

La tensión significa prisa, miedo, duda. Significa también un constante esfuerzo para protegerte, para estar seguro, para estar a salvo. La tensión significa prepararse ahora para el mañana, o para la posvida, por miedo a que mañana no seas capaz de afrontar la realidad; así que prepárate. La tensión es el pasado que no has vivido realmente sino tan sólo pasado de largo; queda pendiente, es como una resaca que te rodea.

Recuerda una cosa muy básica acerca de la vida: cualquier experiencia que no hayas vivido quedará colgando a tu alrededor, persistirá: “¡Acábame!”; “¡Víveme!”; “¡Complétame!”. Hay una cualidad intrínseca en cada experiencia que quiere ser acabada, completada, y tiende a ello. Una vez completa, se evapora; incompleta, persiste, te tortura, te acecha, atrae tu atención. Dice: “¿Qué vas a hacer conmigo? Estoy todavía incompleta, acábame”.

Todo tu pasado merodea a tu alrededor sin nada acabado, porque nada ha sido vivido realmente, todo ha sido de alguna manera pasado de largo, vivido parcialmente, sólo a medias, tibiamente. No ha habido intensidad ni pasión. Te has movido como un sonámbulo. Así que ese pasado queda pendiente, y el futuro produce miedo que es tu única realidad.

Tienes que relajarte desde la superficie. El primer paso es relajar el cuerpo. Recuerda tantas veces te sea posible observar el cuerpo; si tienes alguna tensión en alguna parte del cuerpo: en el cuello, en la cabeza, en las piernas. Relájalo conscientemente. Simplemente dirígete a esa parte del cuerpo, y persuádela, dile cariñosamente: “Relájate”.

Y te sorprenderá que si te diriges a cualquier parte de tu cuerpo, ¡te escucha, te sigue: es tu cuerpo! Cierra los ojos, entra en el cuerpo desde los dedos de los pies a la cabeza buscando algún lugar donde haya una tensión. Y luego habla a esa parte como se le habla a un amigo; deja que haya un diálogo entre tú y tu cuerpo. Dile que se relaje, y dile: “No hay nada que temer. No tengas miedo. Yo estoy aquí para cuidarte; puedes relajarte”. Entonces el cuerpo se relaja. Poco a poco, le cogerás el punto.

Luego, otro paso un poco más profundo; dile a la mente que se relaje. Y si el cuerpo ha escuchado, la mente también escuchará; pero no puedes empezar por la mente, tienes que empezar desde el principio. No puedes empezar desde el medio. Mucha gente empieza por la mente y fracasa; fracasa porque empieza desde un lugar erróneo. Todas las cosas deben hacerse en el orden correcto.


Si llegas a ser capaz de relajar el cuerpo voluntariamente, podrás ayudar a tu mente a relajarse voluntariamente. La mente es un fenómeno más complejo. Cuando tengas la seguridad de que el cuerpo te escucha, tendrás una nueva confianza en ti mismo; entonces hasta la mente puede escucharte. Te llevará un poco más de tiempo con la mente, pero sucederá.

Una vez que la mente esté relajada, empieza a relajar tu corazón, el mundo de tus sentimientos, de tus emociones; el cual es aún más complejo, más sutil. Pero ahora te moverás con confianza, con una gran confianza en ti mismo; ahora sabrás que es posible. Si ha sido posible con el cuerpo y la mente, también lo será con el corazón. Y sólo cuando hayas atravesado estos tres pasos, podrás dar el cuarto. Entonces podrás ir al núcleo más interno de tu ser, el cual está más allá del cuerpo, de la mente, del corazón; al mismísimo centro de tu existencia. Y también podrás relajarlo.

Y esa relajación realmente trae la mayor alegría posible, lo máximo en éxtasis: aceptación. Estarás lleno de felicidad y regocijo. Tu vida tendrá la cualidad de la danza.

Toda la existencia, excepto el hombre, danza. Toda la existencia se mueve relajadamente; hay movimiento, es cierto, pero es completamente relajado. Los árboles crecen, los pájaros cantan, los ríos fluyen y las estrellas se van moviendo; todo se mueve de una forma muy relajada. Sin prisa, sin precipitación, sin preocupación. Excepto el hombre; el hombre ha caído víctima de su mente.

El hombre puede elevarse más alto que los dioses y descender más bajo que los animales. El hombre posee un gran espectro, desde lo más bajo a lo más alto; el hombre es una escalera.

Comienza desde el cuerpo, y luego poco a poco ve profundizando más. Y no empieces con nada más hasta que no hayas resuelto lo primario. Si tu cuerpo está tenso, no empieces con la mente; espera. Trabaja en el cuerpo.

Y las pequeñas cosas son de una ayuda inmensa. Caminas a cierto paso; que se ha vuelto habitual, automático. Ahora trata de caminar despacio. Buda solía decir a sus discípulos: “Caminad muy despacio, y dad cada paso muy conscientemente”. Si das cada paso muy conscientemente, tienes necesariamente que caminar despacio. Si corres, si te apresuras, olvidarás recordar. Por eso Buda camina muy despacio.

Prueba a caminar lentamente, y te sorprenderás; surge en tu cuerpo una nueva cualidad de consciencia. Come despacio y te sorprenderás; produce una gran relajación. Haz todas las cosas despacio; cambia los viejos patrones, sal de los viejos hábitos.

Primero el cuerpo tiene que estar completamente relajado, como un niño pequeño, sólo entonces empieza con la mente. Muévete científicamente: primero lo más simple, luego lo más complejo. Y sólo entonces podrás relajarte en el núcleo fundamental.


sábado, 22 de abril de 2017

¿QUIÉN ES UN VERDADERO AMIGO?

Tú preguntas desde el extremo erróneo. Nunca preguntes: “¿Quién es mi verdadero amigo?”. Pregúntate: “Soy yo el verdadero amigo de alguien’”. Esa es la pregunta correcta. ¿Por qué te preguntas si los demás son tus amigos o no?

Hay un proverbio: “un amigo necesitado es verdaderamente un amigo”. ¡Pero en lo profundo eso es egoísmo! Eso no es amistad, eso no es amor. Tú quieres usar a los demás como un medio, y ningún hombre lo es, cada hombre es un fin en sí mismo. ¿Por qué te preocupa tanto quién es un verdadero amigo?

Una pareja de jóvenes en luna de miel viajaba por el sur de Florida e hicieron una parada en un criadero de serpientes de cascabel que estaba en el camino. Después de mirar el paisaje entablaron una corta conversación con el hombre que cuidaba las serpientes.

“¡Caramba –exclamó la joven esposa-, usted sí que tiene un trabajo peligroso! ¿Nunca le han mordido?”.
“Sí, me han mordido” -contestó el hombre.
“Y bien –insistió ella-, ¿qué hace cuando una le muerde?”.
“Yo siempre llevo una navaja en el bolsillo, y tan pronto como me muerde, hago una profunda marca en forma de cruz sobre la herida colmillo y absorbo el veneno que ha hecho el” –respondió él.
“¿Qué? ¿Y qué ocurriría si accidentalmente se sentara sobre una serpiente?” –preguntó la esposa.
“Señora –contestó el hombre que cuidaba las serpientes-, ese día sabré quiénes son mis verdaderos amigos”.

¿Por qué te preocupas?

La verdadera pregunta sería: ¿Soy yo realmente el amigo de alguien? ¿Sabes lo que es la amistad? Es la forma más elevada del amor. En el amor, tiene que haber forzosamente algo de lujuria; en la amistad no hay nada así de grosero; se vuelve absolutamente sutil.

No es cuestión de usar al otro, ni siquiera de necesitarle, es cuestión de compartir. Tienes demasiado y quisieras compartirlo. Y a quienquiera que esté dispuesto a compartir contigo tu alegría, tu danza, tu canción, le estarás agradecido, te sentirás en deuda con él. No es que él te deba, no es que él tenga que sentirse agradecido contigo por haberle dado tanto. Un amigo nunca piensa de esa manera; un amigo siempre se siente agradecido con aquellas personas que le permiten que les ame, que le des lo que sea que tengas.

El amor que conoces es egoísmo. Te sorprendería saber que la palabra inglesa love viene de la palabra sánscrita lobh; lobh significa egoísmo. Cómo lobh se convirtió en love es una extraña historia. En sánscrito es egoísmo; su raíz original significa egoísmo. Y el amor tal como lo conocemos no es otra cosa que egoísmo enmascarado como amor; es egoísmo escondido.

Hacer amistades con la idea de usar a la gente es dar un paso en falso desde el principio. La amistad debe ser un compartir. Si tienes algo, compártelo; y quienquiera que sea que esté dispuesto a compartir contigo, es un amigo. No es cuestión de necesidad; no se trata de que cuando tú estás en peligro el amigo tenga que venir en tu ayuda. Eso es irrelevante; puede que venga, puede que no venga, pero si no viene, no tienes que quejarte. Si viene estás agradecido, pero si no viene, está perfectamente bien; es su decisión venir o no venir. Tú no quieres manipularle, no quieres hacerle sentirse culpable. No le guardarás ningún rencor. No le dirás: “Cuando yo te necesitaba tú no apareciste; ¿qué clase de amigo serías?”.

La amistad no es una mercancía. La amistad es una de esas cosas raras que pertenece al templo, no al comercio. Pero tú no eres consciente de esa clase de amistad, tendrás que aprenderla.

La amistad es un gran arte. Detrás del amor hay un instinto natural; detrás de la amistad no hay ninguno. La amistad es algo consciente; el amor es inconsciente. Te enamoras de una mujer…

¿Por qué decimos caer enamorado? Esa frase es significativa: “caer enamorado”. ¡Nunca nadie se eleva enamorado, todo el mundo cae enamorado! ¿Por qué caes enamorado?: porque es una caída desde lo consciente a lo inconsciente, desde la inteligencia al instinto.

Lo que nosotros llamamos amor es más animal que humano. La amistad es absolutamente humana. Es algo para lo que no existe un mecanismo innato en tu biología; no es biológico. Por eso uno se eleva en la amistad, uno no cae en la amistad. Tiene una dimensión espiritual.

Pero no preguntes: “¿Quién es un verdadero amigo?”. Pregunta: “¿Soy yo un verdadero amigo?”. Ocúpate siempre de ti mismo. Siempre estamos pensando acerca de los demás: el hombre pregunta si verdaderamente la mujer le ama o no; la mujer pregunta si de verdad el hombre la ama o no. ¿Y cómo puedes estar absolutamente seguro acerca del otro? ¡Es imposible! Puede repetir mil veces que te ama y que siempre te amará, pero la duda tiene necesariamente que persistir: “¿Quién sabe si está diciendo la verdad o no?”. De hecho, repetir algo mil veces simplemente significa que tiene que ser mentira, porque la verdad no se necesita repetir tanto.

Adolf Hitler en su autobiografía dice: “No hay tanta diferencia entre la verdad y la mentira. La única diferencia es que la verdad es una mentira repetida tan a menudo que olvidas que es una mentira”.

Los expertos en publicidad dirían: “Repite y repite, anúncialo”. No te preocupes por si alguien lo escucha o no: aunque no le pongan ninguna atención, no te preocupes, sus mentes subliminales están escuchando, se está impresionando la capa más profunda. No miras a los anuncios muy conscientemente, pero simplemente cuando los ves de pasada en el cine, en la TV o en los periódicos, una simple mirada y se te imprimen. Y repetirán otra vez: “Jabón de baño Lux” o “Coca-cola”…

La coca-cola es la única cosa verdaderamente internacional. Hasta en Rusia soviética: coca-cola… Todas las otras cosas americanas son prohibidas y desterradas, pero no la coca-cola. La coca-cola es la única cosa verdaderamente internacional. ¡Sigue repitiéndolo!

Al principio se usaba la luz eléctrica para los anuncios; se usaban luces estáticas. Te recordaban “coca-cola”. Pero más tarde descubrieron que si la luz se encendía y se apagaba era mucho más efectivo, porque si la luz permanecía estática, se leería sólo una vez al pasar. Pero si cambiaba, si se encendía y se apagaba una y otra vez, aunque alguien pasase en un automóvil, lo leería entre cinco y siete veces por lo menos: “COCA-COLA, COCA-COLA, COCA-COLA…”. Eso llega mucho más hondo. Y más tarde o más temprano se te quedará impresionado.

Así es como todas las religiones han vivido hasta ahora: siguen repitiendo las mismas creencias estúpidas, pero esas creencias se convierten en una verdad para la gente. La gente está dispuesta a morir por ellas. Ahora bien, nadie ha visto donde está el Cielo, pero millones de personas han muerto por él.

Los mahometanos dicen que si mueres en una guerra santa irás inmediatamente al Cielo y todos tus pecados te serán perdonados. Y los cristianos también dicen que si mueres en una guerra religiosa; en una cruzada, irás inmediatamente al cielo; entonces se te perdona todo lo demás. Y millones de personas han muerto o matado creyendo que esto era verdad.

Aún en este siglo hemos visto ocurrir cada cosa…; en ese sentido no parece muy civilizado. Adolf Hitler repitió continuamente durante veinte años que “Los judíos son la causa de toda desgracia”, y una nación tan inteligente como Alemania le creyó. ¿Qué decir de la gente común?: hasta personas como Martin Heidegger, uno de los más grandes filósofos que Alemania ha producido en este siglo, creía que Adolf Hitler tenía razón y le apoyó.

Un hombre de la inteligencia de Martin Heidegger apoyando a una persona tan estúpida como Adolf Hitler… ¿Cuál es el secreto? El secreto es: repetir y seguir repitiendo. Hasta los judíos empezaron a creer que debía de ser verdad: “Nosotros debemos ser la causa; si no ¿cómo podría creerlo tanta gente? Si tanta gente lo cree, es que tiene que haber algo”.

Has sido educado con unas creencias, unas ideas, que en realidad no tienen ningún fundamento. Y si sigues viviendo de acuerdo a ellas vivirás en vano. Tienes que ir a través de un cambio radical.

Haz preguntas acerca de ti mismo, no preguntes acerca del otro. Es imposible estar seguro acerca del otro, y tampoco hay necesidad. ¿Cómo puedes estar seguro del otro? El otro está continuamente cambiando. Este momento el otro puede ser cariñoso, y el próximo momento no. No es algo que se pueda prometer; sólo puedes estar seguro acerca de ti mismo, y además tan sólo por un momento. Y no hay necesidad de pensar en todo el futuro; piensa en términos de momento y de presente. Vive en el presente.

Si este momento está lleno de amistad y de fragancia de la amistad, ¿por qué preocuparse por el próximo momento? El próximo momento nacerá de este. Tiene necesariamente que se de una calidad más alta, más profunda. Llevará esa misma fragancia a cotas más altas. No hay necesidad de pensar en ello; sólo vive el momento en profunda amistad.

Y la amistad no necesita dirigirse a una persona en particular; esa es también otra idea podrida, que tiene que ser amigo de cierta persona; tan sólo sé amistoso. Mejor que ser amigo de alguien, crea amistad. Deja que sea una cualidad de tu ser, un clima que te rodea; y así serás amistoso con quienquiera que te pongas en contacto.

¡A toda esta existencia se le tiene que ofrecer amistad! Y si le puedes ofrecer amistad a la existencia, la existencia te la devolverá multiplicada por mil. Te lo devuelve en la misma moneda pero multiplicada. Si le tiras piedras a la existencia, recibirás muchas más piedras. Si le tiras flores, volverán flores. Te hace eco.

La vida es un espejo, refleja tu rostro. Sé amistoso, y todo en la vida reflejará amistad. Todo el mundo sabe que si eres cariñoso con un perro, hasta este se vuelve tu amigo, así que sé amistoso. Algunas personas han descubierto que si eres amable con un árbol, el árbol se vuelve amable contigo.

Experimenta con la amistad. Prueba con un rosal, y observa el milagro; ocurrirá poco a poco, se ha vuelto muy miedoso porque el hombre no se ha comportado amistosamente con los árboles.

Pero ahora los científicos dicen que cuando llegas con un hacha a talar un árbol, aún antes de haber empezado a cortarle, al árbol le entra un temblor, un escalofrío. Le entra un gran miedo, pánico. Ni siquiera has empezado, pero basta sólo la intención; ¡como si el árbol fuera consciente de tus intenciones! Ahora tienen instrumentos sofisticados como los cardiógrafos, que pueden hacer un gráfico en el papel mostrando lo que el árbol está sintiendo. Cuando el árbol se siente alegre, hay un ritmo en el gráfico; cuando el árbol tiene miedo, el miedo se muestra en el gráfico.

Cuando el árbol ve venir al amigo se alegra, salta, danza; el gráfico inmediatamente muestra una danza. Cuando el árbol ve al jardinero venir…

¿Le has dicho “¡hola!” alguna vez a un árbol? Pruébalo, y un día te sorprenderás: el árbol también dice “¡hola!” en su lengua, en su propio idioma. Abraza a un árbol, y pronto llegará el día que sientas que no sólo tú estabas abrazando. El árbol no tiene manos, pero tiene su propia forma de expresar su alegría, su tristeza, su ira, su miedo.

Toda la existencia es sensible. Esto es lo que quiero decir cuando digo que la existencia es Dios.

Sé amistoso, y no te preocupes por si alguna lo es contigo o no, no es una cuestión de negocios. ¿Por qué preocuparse? ¿Por qué perderse un reino tan grande?


sábado, 15 de abril de 2017

PORQUÈ ESCAPAMOS DE LA SOLEDAD

La soledad es fundamental. No hay otra manera de estar que solo. Uno puede olvidarlo, uno puede olvidarse de sí mismo en muchísimas cosas, pero una y otra vez la verdad se reafirma. Por eso después de cada experiencia profunda te sentirás solo.

Es por eso que las grandes experiencias ponen a la gente triste. En el despertar de una profunda experiencia, siempre se posa la tristeza. Es debido a este fenómeno que millones de personas anhelan experiencias profundas. pero las evitan. No quieren profundizar en el amor, el sexo es suficiente para ellos. No les dejará solos, porque el sexo es superficial. Será divertido, un entretenimiento; por un momento lo disfrutarán y luego se olvidarán de él. No les conducirá a su propio centro; el amor es tan profundo que te deja solo.

Esto parecerá muy paradójico, porque ordinariamente la gente cree que el amor les hará sentirse en compañía. Eso es una completa insensatez. Si el amor es profundo te hará consciente de la soledad, no de la compañía. Cuando algo cala hondo, ¿qué ocurre?: dejas la periferia de tu ser y entras en tu centro, y el centro es todo soledad. Allí estás sólo tú; o ni siquiera tú, tan sólo una consciencia sin ego, sin identidad, sin definición, un abismo de consciencia.

Después de escuchar bella música, o después de penetrar en el significado de una gran poesía, o ver la belleza de un atardecer, en el despertar siempre te sentirás triste. Viendo esto, millones de personas han decidido no ver la belleza, no amar, no meditar, no rezar, evitar todo lo que sea profundo. Pero aunque evites la verdad, la verdad te golpea algunas veces. Sin que te des cuenta, te posee.

Puedes distraerte por el momento, pero ninguna distracción te va a ayudar. La consciencia tiene que aceptarse porque es fundamental. No es un accidente; así es como son las cosas: es el Tao. Una vez que lo aceptas, la cualidad cambia; la soledad no crea tristeza. Es tu idea de que estar solo es estar triste es lo que está creando el problema. La soledad es tremendamente bella porque es profundamente libre. Es absoluta libertad; ¿cómo puede crear tristeza?

Pero tu interpretación es errónea. Tendrás que abandonar tu interpretación. De hecho, cuando dices: “Afronto una nueva soledad”, en realidad quieres decir que afrontas un nuevo sentimiento de soledad. Y tú todavía no conoces la diferencia entre la soledad y sentirte solo.

Sentirse solo es la soledad mal interpretada. Sentirse solo significa que echas de menos al otro. ¿Y quién es el otro?: alguna excusa que te ayuda a olvidar tu consciencia, algún toxico: puede ser una mujer, un hombre, un libro, cualquier cosa; cualquier cosa que te ayude a olvidarte de ti mismo, que se lleva el recordarte a ti mismo, eso te quita el peso de la consciencia.

Tú, en realidad, quieres decir sentirte solo. Sentirte solo es un estado negativo: se echa de menos al otro y empiezas a buscarle. La soledad es inmensamente bella. La soledad es un momento en el que ya no se necesita al otro, tú eres suficiente para ti mismo; tan suficiente que puedes compartir tu soledad con toda la existencia. Tu soledad es tan inagotable que aunque inundes toda la existencia, aún te quedará más. Cuando estás solo, eres rico, cuando te sientes solo eres pobre.

El que se siente solo es un mendigo; su corazón es una escudilla. El que está solo es un emperador; Buda está solo.

Y lo que a ti te ha ocurrido ha sido sentirte solo, pero tu interpretación es errónea. Tu interpretación viene de tus experiencias pasadas, de tu mente pasada. Viene de tu memoria. Tu mente te está dando una idea errónea. Abandona la mente. Entra en tu soledad; obsérvala, saboréala. Hay que mirar todos sus aspectos. Entra desde todas las puertas posibles; es el mayor templo que existe. Y es en esta soledad donde te encontrarás a ti mismo; y encontrarse a uno mismo es encontrar a Dios.

Dios está solo, y una vez que lo hayas visto sin que la mente interfiera no querrás distraerte en absoluto; entonces no hay nada de qué distraerse, entonces no hay necesidad de distraerse; entonces no querrás escapar de ello porque es la vida, la vida eterna. ¿Por qué debería uno escapar de ello? Y yo no estoy diciendo que en esta soledad no podrás relacionarte. De hecho, te podrás relacionar por primera vez.

Una persona que se siente sola no se puede relacionar porque su necesidad es muy grande; se aferra, se apoya en el otro. Trata de poseer al otro porque tiene miedo constantemente: “Si el otro se va ¿entonces qué? Me quedaré solo otra vez”. Por eso existe tanta presión en el mundo. Hay una razón, y es simple: tienes miedo; si el otro se va, entonces te quedarás solo, te sentirás completamente solo. Y eso no te agrada, la sola idea te hace sentir desgraciado. ¡Posees al otro! Posees al otro tan solamente que no tiene posibilidad de escaparse de ti. Por eso el amor, que tù conoces, se convierte en algo miserable. El amor se convierte en política; el amor se convierte en dominación, en explotación. Porque la gente que se siente sola no puede amar.

Los que se sienten solos no tienen nada que dar, únicamente se explotan los unos a los otros. Naturalmente, cuando tú no tienes nada que dar y el otro trata de explotarte, comienza la política. Quieres dar el mínimo posible y obtener el máximo; el otro hace lo mismo que tú, y ambos creáis miseria el uno para el otro.

He oído que…

Un hombre detuvo su automóvil en la profundidad del bosque y empezó a mostrarse muy cariñoso con la mujer que estaba sentada a su lado. Pero la mujer le dijo: “Para. En realidad no sabes quién soy. Soy una prostituta, y mi precio son cincuenta dólares”.

El hombre le dio cincuenta dólares a la mujer e hizo el amor con ella. Cuando acabó se quedó sentado en silencio al volante sin moverse.

La mujer preguntó: “¿Bueno, y ahora a qué esperas? Se está haciendo tarde y quiero regresar a casa”.

Y el hombre dijo: “Lo siendo, pero tengo que decírtelo. Soy taxista… y la tarifa de regreso son cincuenta dólares”.

Esto es lo que ocurre en tus relaciones amorosas: unos son prostitutas y otros taxistas. Es un negocio, es esto por aquello. Es un conflicto continuo. Es por eso que las parejas se pelean continuamente. No pueden separarse el uno del otro; aunque sigan peleándose no se pueden separar. De hecho ese es el motivo por el que se pelean: para que ninguno se separe. No pueden sentirse cómodos porque si se sienten cómodos estarán perdidos y el otro explotará aún más: esa es toda su base. Una vez que te das cuenta entiendes toda la miseria del matrimonio.

Uno se pregunta por qué la gente no se separa si no es feliz con el otro. ¡No se pueden separar! No pueden vivir juntos ni tampoco separados. De hecho, la misma idea de la separación crea el conflicto. Se mutilan el uno al otro para que el otro no pueda escapar, aunque él o ella quieran escaparse. Cargan al otro con tales responsabilidades, tales moralidades, que aunque sea el otro el que se separe, él o ella se sentirá culpable; le dolerá en su propia consciencia y sentirá que ha hecho algo malo. Y juntos, lo único que hacen es pelear. Juntos, lo único que hacen es regatear el precio. Tu matrimonio, tu mal llamado amor, es un negocio; no es amor.

Cuando te sientes solitario no hay posibilidad de amor. Cuando la gente se siente sola, empieza a meditar, entonces tampoco hay posibilidad de meditación. Se sienten solos y quieren algo con que llenarse a sí mismos. Necesitan un mantra, meditación trascendental o cualquier clase de insensateces. Les gustaría tener algo con que llenarse a sí mismos porque se sienten solos y vacíos. Repetir “Rama, Rama, Krishna, Krishna” o “Ave María”, o cualquier otra cosa, les ayudará por lo menos a olvidar el vacío. ¡Esto no es meditación!, esto es tan sólo cubrir el sentirte solo, el vacío. Eso es tan sólo cubrir un agujero negro en ti mismo.

O empiezan a rezar en las iglesias y en los templos y a hablar con Dios. Ahora bien Dios es su imaginación; no pueden encontrar al otro en el mundo porque es muy costoso y problemático, así que crean “al otro” ahí arriba, en el Cielo. Empiezan a hablar con Dios, pero no pueden vivir sin el otro, tiene que haber otro. Pueden escapar al desierto, pero hasta en una cueva en el desierto mirarán hacia arriba y hablarán con el otro. Esto es pura fantasía, y nada más. Y si esto continúa durante suficiente tiempo, puedes empezar a alucinar con que el otro está ahí.

Tu necesidad es tal que puedes crear al otro a través de tu imaginación. Es por eso que las mal llamadas religiones han tratado de separarte de los otros, que son ordinarios y están a tu alcance. Querrían que no te casases; ¿por qué? porque si estás casado y tienes una mujer, un hombre, no necesitas a Dios. Es una estrategia: no te permitirán ser mundano porque entonces estarás ocupado y no sentirás tu soledad. ¿Entonces para qué ibas a necesitar hablar con Dios?, puedes hablar con la gente. Te llevarán a cuevas en los Himalayas, a monasterios, para que llegues a sentirte tan solo que en la miseria de este sentimiento tengas que hablar con Dios, tengas que crear a Dios para la tranquilidad de tu corazón. Y entonces, cuanto más se te priva de compañía, mayor es la posibilidad de la visión de Dios; esas visiones no son otra cosa que ilusiones, sueños vistos con los ojos abiertos. Es como cuando una persona lleva a cabo un ayuno, puede empezar a imaginar comida, puede llegar a verla.

He oído hablar de un poeta que estuvo perdido en el bosque durante tres días, hambriento. Y llegó la noche de luna llena; miró a la luna y se sorprendió, porque durante toda su vida cuando la veía le recordaba rostros de mujeres hermosas, sus amadas, y cosas así. Pero aquella noche, después de tres días de ayuno, cansado, hambriento, sediento, miró a la luna y vio un enorme queso flotando en el cielo sobre las nubes. ¡No podía dar crédito a lo que estaba viendo! “¿Qué clase de poesía era esa?”. Un gran poeta, y la luna llena le parecía un queso!

Y todos sabéis que si se os priva de algo demasiado, empezaréis a sustituirlo con la imaginación. Si has tenido que vivir solo en un bosque durante muchos días y no has visto una mujer, hasta la mujer más fea del mundo te parecerá Cleopatra.

Sentirse solo no puede crear amor, crea necesidad. El amor no es una necesidad.

¿Entonces qué es el amor? El amor es un lujo; procede de tu soledad: cuando estás solo y feliz y alegre y celebrando, y una gran energía se va almacenando en ti. No necesitas a nadie; en ese momento que la energía es tanta, te gustaría compartir tu ser. Entonces das, das porque tienes mucho, das sin pedir nada a cambio: eso es amor.

Muy pocas personas llegan a conocer el amor, y son las que han alcanzado antes la soledad. Y en tu soledad, la meditación es natural, simple, espontánea. Entonces simplemente sentándote en silencio, sin hacer nada, estás en meditación; no necesitas repetir un mantra ni canturrear ningún estúpido sonido. Simplemente te sientas o caminas, o haces tus cosas, y la meditación es como un clima que te rodea, que te envuelve como una nube; te inunda de luz.

Estás inmerso en ella, bañado en ella y esa frescura va aumentando en ti; entonces empiezas a compartir. ¿Qué otra cosa puedes hacer? El amor es una consecuencia de la soledad. Cuando una canción nace en tu corazón tienes que cantarla. Y cuando el amor nace en tu corazón tienes que dejarlo salir. Cuando la nube está cargada de lluvia, llueve, y cuando la flor está rebosante de fragancia, la emana a los vientos. Sin dirección alguna, esparce su fragancia. Y la flor no pregunta: “¿Qué recibo a cambio?”. La flor está feliz de que los vientos hayan sido lo bastante amables para liberarla de su carga.

El amor verdadero ocurre cuando no hay posesividad.

Y la verdadera meditación ocurre cuando no hay esfuerzo.

Lo que a ti te ha ocurrido es algo inmensamente valioso; sólo que tu interpretación es errónea. Por favor no lo llames soledad, o si lo llamas soledad trata de entender su naturaleza.

“Los esfuerzos por compartir o escaparme con distracciones dan malos resultados”.

Tienen necesariamente que dar malos resultados; porque es soledad, auténtica soledad. Te perderás algo si escapas de ella; sería escapar de tu tesoro más íntimo; sería escapar de tu riqueza, de tu propio reino. El resultado sería desastroso. No escapes; profundiza en ella; olvídate de todas las escapatorias; eso es lo que has estado haciendo toda tu vida. ¡Esta vez, no! Esta vez tienes que adentrarte en ella; esta vez tienes que saborearla en su totalidad; tienes que convertirte en ella; tienes que ver lo que es, hasta la raíz. Y una vez que lo hayas visto y vivido, saldrás como una persona totalmente nueva, renacida.

Abandona todo miedo, abandona todas las memorias y entra en la nueva faceta de la soledad. Es auténtica soledad, no es sentirse solo. No necesitas escapar; si escapas de sentirte solo te sentirás bien. Si escapas de la soledad te sentirás mal.

No compartas en este momento. Deja que se acumule, deja que se convierta en una nube cargada de lluvia; entonces el compartir sucederá por sí solo. Compartir no será un esfuerzo. Ahora mismo, si empiezas a compartir, sería otra vez una manera de encontrar al otro en el nombre de compartir. Sería escapar. Tú simplemente ve acumulando esta soledad y verás que un día se esparce una fragancia a los cuatro vientos. Un día verás que el compartir ha comenzado. Tú serás su testigo; tú no serás el que haga, si no sólo un testigo.

¿Por qué te aferras a este hábito de escapar de la soledad?

¡Porque tú todavía no lo has entendido como soledad! Continúas interpretándolo como sentirse solo. Y puedo entenderlo: eso es lo que hace todo el mundo. Cuando sientes la soledad por primera vez la interpretas como sentirte solo, porque ese es un fenómeno conocido; lo has sentido toda tu vida.

El momento en que el niño deja el vientre de la madre, la primera experiencia es la de sentirse solo; empieza sintiéndose solo, tiene que abandonar su hogar. El mayor trauma que el niño sufre es cuando tiene que dejar el vientre. Se aferra al vientre, no quiere salir de él. Ha vivido ahí durante nueve meses, amaba el espacio, el calor, y se le ha cuidado maravillosamente, sin tener responsabilidad, sin preocupación. ¿Por qué se tiene que ir? Se le echa fuera, se le expulsa; no quiere salir. A la vida, nosotros la llamamos nacer, pero el niño piensa que se va a morir. Para él es la muerte, porque es el fin de la vida que ha conocido durante nueve meses. Está conmocionado, se siente castigado, y aún no puede pensar, así que el sentimiento profundiza mucho en el cuerpo. Es un sentimiento de todo su ser, no un pensamiento, por eso empapa cada cédula de su cuerpo y se queda: esta es la primera experiencia de sentirse solo.

Y muchas experiencias vendrán una y otra vez. Un día la madre le retirará el pecho, y otra vez el niño se sentirá solo; un día se retirará al niño de la madre y le cuidará una niñera: otra vez se sentirá solo. Un día no le permitirán dormir en la habitación de la madre, le darán una habitación separada: otra vez se sentirá solo. Recuerda tu niñez el día que tuviste que dormir solo en una habitación por primera vez: la oscuridad, la frialdad, nadie a tu alrededor. Y nunca antes había sido así; el calor de la madre, su suave cuerpo siempre estaba a mano. Ahora el niño se aferrará a un juguete (un osito de peluche), ¿pero es eso un sustituto? O se aferrará a la manta, ¿pero es eso un sustituto? Un pobre sustituto, pero de alguna manera, se las tiene que arreglar; se siente muy solo, abandonado, rechazado, en la oscuridad. Estas son heridas que se van acumulando y van haciendo la idea de sentirse solo algo más profundo. Un día tiene que dejar el hogar e ir a una guardería, con personas extrañas, desconocidos. Recuerda todas esas heridas; ¡están ahí! Y continúan.

Toda tu vida es un largo proceso de sentirte solo. Entonces por azar suceden algunas profundas experiencias, y es debido a esas profundas experiencias que tienes un destello de tu ser. Pero toda tu mente sólo conoce el sentirse solo, así que transforma la experiencia de soledad en la sentirse solo. Lo ha etiquetado como sentirse solo.

La experiencia de estar solo se define como soledad.

Olvida la interpretación; ahí es donde te pierdes, lo que está ocurriendo es algo verdaderamente nuevo. Es nuevo, así que no puedes explicártelo. La única manera de conocerlo es entrar en ello, familiarizarse con ello. Exactamente como el maestro Lu-tsu dijo: “Es como cuando bebes agua; sólo tú sabes si está fría o caliente”.

Ahora bebe de esta soledad, esta energía fresca que está brotando de ti. Bébela, saboréala, y te sorprenderá: no es como nada que hayas conocido antes. Es libertad, libertad del otro; es lo que en oriente llamamos moksha, libertad total. Y después de esta libertad, el amor se hará posible. Después de esta libertad, el compartir sucederá. Después de esta libertad, tu vida tendrá un significado totalmente diferente, un esplendor totalmente diferente. Tu esplendor oculto se liberará.

sábado, 8 de abril de 2017

¿ES POSIBLE ESTAR CASADO Y SER LIBRE?

Es difícil pero no imposible. Tan sólo se necesita un poco de comprensión; darse cuenta de algunas verdades básicas. Una es que nadie ha nacido para otro. La segunda es que nadie está aquí para satisfacer tus ideales de cómo él debería ser. La tercera es que tú eres el maestro de tu propio amor, y puedes dar tanto como quieras; pero no puedes pedirle amor a la otra persona, nadie es esclavo.

Si se entienden estos tres simples hechos. Entonces qué importa si estáis casados o no, podéis estar juntos; dejándoos espacio el uno al otro, sin interferir nunca en la individualidad del otro.

En primer lugar, vivir bajo una institución no es bueno, todas son destructivas. El matrimonio ha destruido casi todas las posibilidades de felicidad en millones de personas; y todo por cosas banales. En primer lugar el mismísimo ritual de la boda es falso.

Yo trabajaba en una universidad. A uno de mis colegas, un profesor de psicología, su mujer le torturaba continuamente. Es muy difícil encontrar una pareja que no se torture; y curiosamente es la mujer quien tortura al hombre. Hay una larga historia detrás de esto; la mujer aprovecha cada oportunidad para vengarse, porque el hombre la ha reducido a la esclavitud. Todo es inconsciente.

Esa mujer era un verdadero monstruo; solía pegar al pobre hombre. Un día vino y me dijo: “Eres la única persona a quien se lo puedo contar y confiar en que no se lo va a contar a nadie”.

“Te lo prometo” –contesté.
“Mi mujer me pega” -me dijo.
“Eso no es ningún secreto –repliqué yo.

De una u otra forma, todas las mujeres pegan al marido. Puede que no físicamente, pero que te peguen psicológicamente es más peligroso y más lesivo.

Pero no se le puede hacer responsable a la mujer por ello. Durante siglos ha sido torturada, asesinada, golpeada, enterrada viva; y todo eso se ha acumulado en su inconsciente. El hombre más cercano es el marido, así que con cualquier excusa empieza a crear problemas. El marido no quiere que el vecino se entere; y las esposas conocen esta debilidad, armar escándalo es uno de sus métodos: tirar cosas, gritar; para que todo el vecindario se entere. Y el marido tiene que ceder inmediatamente, porque está en tela de juicio su respetabilidad.

Así que le dije al profesor: “No te preocupes; todos vienen y me cuentan lo mismo. Cuando alguien empieza a decirme: “Por favor no se lo cuentes a nadie”, ya sé cuàl es el secreto. Puedo adivinarlo incluso antes de que me lo digan”.

“Pero quiero salir de esta prisión; he vivido en ella demasiado tiempo. Es una tortura las veinticuatro horas al día” –dijo él.

“No veo ningún problema” –contesté yo.
“¿No ves el problema? Pero yo estoy casado con ella –replicó él.
“El matrimonio es un juego de niños. ¿Cómo te casaste?” -dije yo.
“Un sacerdote canturreaba mantras, el fuego ardía… -dijo él (se cree que el fuego es lo divino, la presencia de lo divino. Así que si haces una promesa delante del fuego, no puedes romperla-.) Caminé en círculo siete veces, y el sacerdote ató mi traje al sari de mi esposa. Hicimos la promesa, mientras él recitaba dimos siete vueltas al fuego”.
“¿En la dirección de las manillas del reloj, o…?” -pregunté yo.
“Siempre es en la dirección de las manillas del reloj” -contestó él.
“Entonces no hay ningún problema –comenté yo-. Trae a tu mujer, yo haré de sacerdote; porque lo que fuera que el sacerdote susurrara tú no lo entendiste…”.
“No” –dijo él.
“Perfecto –dije yo-. Yo canturrearé algo que tú no entenderás ni yo tampoco. Me lo inventaré según lo vaya canturreando, y tú darás siete vueltas alrededor del fuego en dirección contraria a las manillas del reloj; entonces yo desataré el nudo que el sacerdote ató, con lo que el matrimonio quedará deshecho”.
“¡Dios mío! –Exclamó él-; ¿pero quién va a traer a mi esposa aquí? Sugieres una solución muy simple, pero tú no la conoces”.
“La conozco –respondí yo-; ¡porque ella vino a verme antes que tú! También ella quisiera acabar con este continuo pelear; tampoco ella lleva una vida feliz. Podéis ser felices ambos o desgraciados ambos; no es posible que uno sea feliz y el otro desgraciado. Así que la convenceré; ella ya está casi dispuesta; tú simplemente ve y dile que te he mandado yo. Y venid con el traje de boda…”.
“¿El traje de boda?” -me contestó sorprendido.
“Sí –afirmé-. Todo el ritual tiene que hacerse en orden inverso”.

El hombre, nunca regresó. Yo tenía que pasar por su casa muchas veces. Llamaba, y él me suplicaba: “Olvídate de lo que te conté. Cuando llegué a casa me llevé tal paliza ¡que olvidé todas las que había recibido antes! En esta vida no hay salida; ahora entiendo por qué los hindúes han inventado las vidas futuras”.

Pero yo le dije: “¿Sabes que cada año, un día en particular, las esposas hindúes ayunan rezan a Dios en el templo para casarse con el mismo marido en la próxima vida?”.

“Eso mismo es verdad; pero nunca he pensado en ello. ¿Cómo podría evitarlo?” –preguntó él.

“Muy sencillo: el mismo día ayuna –respondí yo-. Ve al templo y reza; silenciosamente, para que tú esposa no lo pueda oír. Ella estará rezando para que le sea concedido el mismo marido; tú simplemente di: “Una vida es suficiente. Mi esposa es fenomenal; ahora dásela a otro”.
“Está bien; eso lo puedo hacer” –dijo él.

Tú preguntas: “¿Es posible estar casado y ser libre?”.

Si no te tomas el matrimonio en serio, puedes ser libre. Si te lo tomas en serio, entonces la libertad es imposible. Tómatelo como un juego; es un juego. Ten un poco de sentido del humor, es un papel que representas en el escenario de la vida; pero no es algo que forme parte de la existencia o tenga alguna realidad; es una ficción.

Pero la gente es tan estúpida que hasta toma la ficción por realidad. He visto gente leyendo ficciones con lágrimas en sus ojos, en la ficción las cosas son muy trágicas. Que en los cines se apaguen las luces para que todo el mundo pueda disfrutar de las películas, es una idea muy ingeniosa. Saben perfectamente bien que la pantalla está vacía, que no hay nadie, que tan sólo es una imagen proyectada; y además, ¿qué pensarán los demás? Es algo muy difícil de lograr pero consigue que la gente se olvide de todo.

Y lo mismo ocurre en nuestras vidas. Muchas cosas que son para tomárselas simplemente en broma, nos la tomamos muy en serio; y de esa seriedad surge nuestro problema.

En primer lugar, ¿por qué deberías casarte? Si amas a alguien, vive con alguien; forma parte de tus derechos básicos. Puedes vivir con alguien, puedes amar a alguien.

El matrimonio no es algo que ocurra en el cielo; ocurre aquí, a través de la sociedad y no quieres sentirte solo y separado, ponle claro a tu esposa o a tu marido que este matrimonio es sólo un juego: “Nunca lo tomes en serio”. Yo seguiré siendo tan independiente como antes de la boda, y tú seguirás siendo tan independiente como antes de la boda. Ni yo voy a interferir en tu vida ni tú vas a interferir en la mía; viviremos como dos amigos juntos, compartiendo nuestras alegrías, compartiendo nuestra libertad; pero sin convertirnos en una carga el uno para el otro.

Y en cualquier momento que sintamos que la primavera ha pasado, que la luna de mil ha pasado, seremos lo suficientemente sinceros como para no seguir aparentando, y decirnos que nos hemos amado mucho y que seguiremos estando agradecidos el uno al otro para siempre, y los días de amor continuarán en nuestras memorias, en nuestros sueños, como algo maravilloso; pero la primavera se acabó. Nuestros caminos han llegado a un punto donde, aunque sea triste, tenemos que partir, porque ahora, vivir juntos ya no es una canción de amor.

“Si yo te amo, te dejaré en el momento que vea que mi amor se ha vuelto un sufrimiento para ti. Si tú me amas, me dejarás en el momento que veas que tu amor se está convirtiendo en una prisión para mí”.

El amor es el más elevado valor de la vida.

No debería ser reducido a estúpidos rituales.

Y el amor y la libertad van juntos; no puedes elegir a uno y dejar al otro. Un hombre que conoce la libertad está lleno de amor, y un hombre que conoce el amor siempre está dispuesto a dar libertad. Si no puedes dar libertad a la persona que amas, ¿a quién se la vas a dar? Dar libertad no es otra cosa que confiar.

La libertad es una expresión del amor.

Así que, estés casado o no, recuerda: todos los matrimonios son falsos; son sólo conveniencias sociales. Su propósito no es encarcelaros y ataros el uno al otro; su propósito es ayudaros a crecer el uno al otro. Pero el crecimiento necesita libertad; y en el pasado, todas las culturas han olvidado que sin libertad el amor muere.

Ves un pájaro en el cielo, volando junto al sol, y es algo muy bello. Atraído por su belleza, puedes cazarlo y ponerlo en una jaula de oro. ¿Crees que será el mismo pájaro? Superficialmente, sí; será el mismo pájaro que volaba en el cielo; pero profundamente no será el mismo pájaro, porque ¿dónde está su cielo?, ¿dónde está su libertad?

Esta jaula de oro puede ser valiosa para ti, no lo es para él. Para el pájaro, estar libre en el cielo es lo único que tiene valor en la vida. Y lo mismo es verdad para los seres humanos.

sábado, 1 de abril de 2017

LA INTERDEPENDENCIA Y LA RELACIÒN

La vida es una interdependencia. Nadie es independiente, ni por un momento puedes existir solo. Necesitas que toda la existencia te apoye a cada momento en cada inspiración y espiración. No es una relación, la vida es una total interdependencia. Recuerda, no estoy diciendo que sea dependencia, porque la idea de dependencia sugiere que eres independiente. Si somos independientes entonces la dependencia es posible. Pero ambas son imposibles; la vida es una interdependencia.

¿Tú que crees? ¿Son las olas independientes del océano, o dependen del océano? Ni lo uno ni lo otro es verdad. Ni son independientes ni dependientes. El océano no puede existir sin las olas y las olas no pueden existir sin el océano. Son totalmente uno, es una unidad. Y así es toda nuestra vida. Somos olas del océano cósmico de la consciencia.

Eso significa que el amor puede tener tres dimensiones. Una es la dependencia; que es lo que le pasa a la mayoría de la gente. El marido depende de la esposa, la esposa depende del marido; se explotan mutuamente, se dominan el uno al otro, se poseen el uno al otro, se reducen el uno al otro a una mercancía. En el noventa y nueve por ciento de los casos, eso es lo que está pasando en el mundo. Es por eso que el amor, que puede abrir las puertas del paraíso, sólo abre las puertas del infierno.

La segunda posibilidad es la del amor entre dos personas independientes. Ocurre de vez en cuando, pero esto también trae miseria, porque conlleva un conflicto constante. No hay forma de cambiarlo; ambos son tan independientes que ninguno está dispuesto a comprometerse, a ajustarse al otro. Los poetas, artistas, pensadores, científicos, los que viven en cierta independencia, por lo menos en sus mentes, son gente con la que es imposible vivir; son gente excéntrica, difícil vivir con ellos. Dan libertad al otro, pero su libertad se parece más a la indiferencia que a la libertad, parece como si no se preocuparan, como si no les importara. Se dejan el uno al otro en sus propios espacios. La relación parece ser sólo superficial; tienen miedo de profundizar el uno en el otro, porque están más comprometidos con su libertad que con el amor, y no se quieren comprometer.

Y la tercera posibilidad es la interdependencia. Raramente ocurre, pero cuando ocurre una parte del paraíso desciende sobre la Tierra. Dos personas, ni independientes ni dependientes, sino en una tremenda sincronicidad, como si respiraran el uno por el otro, un alma en dos cuerpos; cuando esto ocurre, ha ocurrido el amor. Sólo a esto se le puede llamar amor. Las otras dos no son verdadero amor, no son más que arreglos: sociales, psicológicos, biológicos, pero arreglos. La tercera es algo espiritual.

Es difìl relacionarse porque tú todavía no eres. Hay un vacío interior, y el miedo a que si te relacionas con alguien más tarde o más temprano se demostrará que estás vacío. Por eso parece más seguro mantener una distancia con la gente; por lo menos puedes simular que eres.

Tú no eres. No has nacido todavía, eres tan sólo una posibilidad. Pero todavía no eres su realización; y sólo dos personas que se hayan realizado pueden relacionarse. Relacionarse es una de las cosas más grandes de la vida; relacionarse significa amar, relacionarse significa compartir. Pero antes de poder compartir y antes de poder amar tienes que estar lleno de amor, rebosante de amor.

Dos semillas no se pueden relacionar, están cerradas. Dos flores pueden relacionarse, están abiertas, pueden mandar su fragancia de una a otra, pueden danzar bajo el mismo sol y en el mismo viento, pueden tener un diálogo, pueden susurrarse. Pero esto no es posible para dos semillas. Las semillas están totalmente cerradas, no tienen ventanas; ¿cómo van a relacionarse?

Y esta es la situación. El hombre nace como una semilla; puede convertirse en una flor, o puede que no. Todo depende de ti, de lo que tú hagas contigo mismo; todo depende de si tú creces o no. Es tu elección; y la elección tiene que afrontarse cada momento; cada momento estás en un cruce de caminos.

Millones de personas prefieren no crecer. Permanecen como semillas, se quedan en potencialidades, nunca llegan a realizarse. No saben lo que es la autorrealización, no saben nada acerca de la existencia. Viven totalmente vacíos y mueren totalmente vacíos. ¿Cómo van a relacionarse?

Sería exponerte a ti mismo; tu desnudez, tu fealdad, tu vacío; parece más seguro mantener una distancia. Hasta los amantes mantienen cierta distancia; llegan hasta un punto, y permanecen alerta cuando se dan la espalda. Tienen sus límites; permanecen confinados en sus límites.

Sí, hay cierta clase de relación, pero no es la de relacionarse, es la de la posesión: el marido posee a la esposa, la esposa posee al marido, los padres poseen a los hijos, y así sucesivamente. Pero poseer no es relacionarse; de hecho poseer es destruir toda posibilidad de relacionarse. Si te relacionas, respetas; no puedes poseer. Si te relacionas, se crea una gran reverencia. Si te relacionas te vas acercando y llegas muy, muy cerca, en profunda intimidad, superponiéndose, sin interferir en la intimidad del otro, y a su vez el otro sigue siendo un individuo independiente. Es la relación del yo-tú, no la del yo-ello, superponiéndose, interpenetrándose, y a la vez en cierto sentido independiente.

Khalil Gibran dice: “Sed como dos pilares que sostienen el mismo tejado, pero no os poseáis el uno al otro, dejad, dejad al otro independiente. Sostened el mismo tejado; ese tejado es el amor”.

Dos amantes sostienen algo invisible e inmensamente valioso: una poesía de ser, una música escuchada en el profundo seno de su existencia. Ambos sostienen una armonía, pero permanecen independientes. Pueden exponerse al otro, porque no tienen miedo. Saben quiénes son. Conocen su belleza interior, conocen su perfume interior; no tienen miedo.

Pero normalmente tienes miedo, porque tú no tienes ninguna fragancia. Si te expones a ti mismo simplemente apestarás; apestarás a celos, odios, iras, lujuria. No tendrás el perfume del amor, la oración, la compasión.

Millones de personas han preferido quedarse en semillas. ¿Por qué? Cuando pueden convertirse en flores y danzar al viento, bajo el sol, bajo la luna, ¿por qué han decidido quedarse en semillas? Hay una razón para esta decisión: la semilla está más segura que la flor. La flor es frágil; la semilla no lo es, la semilla parece más fuerte. La flor puede ser destruida muy fácilmente; sólo un golpe de viento y sus pétalos volarán. La semilla no puede ser destruida por el viento tan fácilmente, la semilla está muy protegida, segura. La flor estará expuesta; una cosa tan delicada, y expuesta a tantos riesgos: puede soplar un viento fuerte, puede llover tormentosamente, el sol puede calentar demasiado, cualquier tonto puede arrancar la flor. Cualquier cosa puede ocurrirle a la flor, le puede pasar de todo; la flor está constantemente en peligro. Pero la semilla está segura; por eso millones de personas han decidido permanecer como semillas. Pero quedarse en semilla es quedarse muerto, quedarse en semilla no es en absoluto vivir. Es seguro ciertamente, pero no tiene vida. La muerte es segura, la vida es inseguridad. Lo que realmente quiere vivir tiene que vivir en peligro, en constante peligro. El que quiere alcanzar la cima tiene que arriesgarse a perderse. El que quiere escalar las más altas cimas tiene que arriesgarse a caerse, escurrirse.

Cuanto mayor es el anhelo de crecer, más y más riesgos se tienen que aceptar. El verdadero hombre acepta el peligro como su propio estilo de vida, como el verdadero clímax del crecimiento.

Jesús dice a su manera: “Primero, busca el reino de Dios, todo lo demás te será dado”. Esto es sólo una vieja expresión que quiere decir lo mismo que yo estoy diciendo: primero sé, luego todo lo demás te será dado.

Pero ser es el requerimiento básico. Si eres, el coraje viene como consecuencia. Si eres, surge un gran anhelo por la aventura; y cuando estás listo para explorar, puedes relacionarte. Relacionarse es explorar; explorar la consciencia del otro, tienes que darle la bienvenida y permitir que él te explore a ti; no puede ir en una sola dirección. Y puedes permitir que el otro te explore sólo cuando tienes algo, algún tesoro dentro de ti. Entonces no hay miedo. De hecho invitas al huésped, abrazas al huésped, le llamas, le quieres dentro. Quieres que vea lo que has descubierto en ti mismo, quieres compartirlo.

Primero sé, luego puedes relacionarte; y recuerda, relacionarse es muy bello. La relación en pareja, como la conocemos, es un fenómeno completamente diferente; es algo muerto, fijo, ha llegado a un punto final. Te casas con una mujer; ha llegado un punto final. Desde aquí las cosas sólo declinarán. Has llegado al límite, ya no crece nada. El río se estanca y se convierte en un pantano. La relación en pareja es algo que ya está acabado; relacionarse es un proceso. Elude las relaciones y profundiza más y más en el relacionarte.

Mi énfasis está en los verbos no en los nombres; evita los nombres tanto como te sea posible. En el lenguaje no los puedes evitar, lo sé; pero en la vida, evítalos; porque la vida es un verbo. La vida no es un nombre, es un verbo; en realidad es “vivir” no “vida”. No es amor, es amar. No es la relación, es relacionarse. No es la canción, es cantar. No es la danza, es danzar.

No es cuestión de relacionarse con alguien en particular. El hecho básico es que si tú eres, toda tu vida se vuelve un relacionarse. Es una canción constante, una danza constante; es una continuidad, como el fluir de un río.

Medita, primero encuentra tu centro. Antes de relacionarte con alguien más, relaciónate contigo mismo: este es el requisito básico que hay que cumplir. Sin él, nada es posible.

Buscar este blog