sábado, 27 de mayo de 2017

ACERCA DE LA MEDITACIÒN

Un antiguo proverbio dice: “Siembra un pensamiento y cosecharás un acto. Siembra un acto y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino”.

Y yo os digo: no sembréis nada y cosecharéis meditación y amor.

No sembrar nada; de eso se trata la meditación. Y su consecuencia natural es el amor. Si al final del viaje de la meditación el amor no ha florecido, todo el viaje habrá sido inútil; algo habrá ido mal. Lo comenzaste pero nunca llegaste al destino.

El amor es el criterio. En el camino de la meditación, el amor es el criterio. Son dos caras de una misma moneda, dos aspectos de la misma energía: cuando uno está, el otro también tiene que estar. Si el otro no está, entonces el primero tampoco estará.

La meditación no es concentración. Un hombre muy concentrado puede que no alcance el amor; de hecho, no lo alcanzará. Un hombre muy concentrado puede que se vuelva violento, porque la concentración es una preparación para permanecer tenso; la concentración es un esfuerzo para enfocar la mente. Es una profunda violencia hacia tu consciencia. Y cuando eres violento con tu propia consciencia no puedes dejar de serlo con los demás. Cualquier cosa que seas contigo mismo, lo serás con los demás.

Deja que esto sea una regla fundamental en tu vida, una de las más fundamentales: cualquier cosa que seas hacia ti mismo, lo serás hacia los demás. Si te amas a ti mismo, amarás a los demás; si fluyes dentro de tu ser, también fluirás en cualquier relación. Si estás paralizado dentro, también estarás paralizado fuera. El interior tiende a volverse exterior; el interior se manifiesta a sí mismo en el exterior.

La concentración no es meditación; la concentración es el método de la ciencia. Es la metodología científica. Un científico necesita de la profunda disciplina de la concentración, pero de él no se espera que sea compasivo; no hay ninguna necesidad de que sea así. De hecho, un científico se vuelve cada vez más violento con la naturaleza. Todo el progreso científico está basado en una violencia hacia la naturaleza. Es destructivo porque, en primer lugar, el científico es destructivo hacia su propia consciencia expansiva. En vez de expandir su consciencia, la reduce, la hace exclusiva, unidireccional. Es una coacción, es violencia.

Recuerda, la meditación no es concentración pero tampoco es contemplación. No es pensar. Puede que estés pensando acerca de Dios; aún así será pensar. Si hay “acerca de” será pensar. Puede que estés pensando acerca del dinero, acerca de Dios; básicamente no hay ninguna diferencia. Sigues pensando, solamente el objeto ha cambiado. Si piensas acerca del mundo, o acerca del sexo, nadie lo llamará contemplación. Pero si piensas acerca de Dios o la virtud, si piensas acerca de Jesús, de Krishna o de Buda, sí lo llamarán contemplación.

Pero no es meditación, todavía es pensar. Todavía te concierne el otro. En la contemplación el otro está ahí, aunque por supuesto no tan exclusivamente como en la concentración. En la contemplación hay más fluidez que en la concentración; en la concentración la mente se dirige hacia un solo punto; en la contemplación la mente se orienta hacia un sujeto, no hacia un punto. Puedes continuar pensando, puedes seguir cambiando y fluyendo con el sujeto, pero aún así, en definitiva, el sujeto permanece igualmente.

¿Entonces qué es meditación? La meditación es simplemente deleitarte en tu propia presencia; la meditación es un deleitarte en tu propio ser. Es muy sencillo: un estado totalmente relajado de la consciencia en que no haces nada. En el momento en que comienzas a hacer, te pones tenso. ¿Qué hacer? ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo lograrlo? ¿Cómo no fracasar? Inmediatamente te crea ansiedad. Ya te has ido al futuro.

Si contemplas, ¿qué puedes contemplar? ¿Cómo puedes contemplar lo desconocido? ¿Cómo puedes contemplar lo incognoscible? Solamente puedes contemplar lo conocido. Puedes darle vueltas y vueltas, pero seguirá siendo lo conocido. Si sabes algo acerca de Jesús, puedes pensarlo una y otra vez; si sabes algo acerca de Krishna, puedes pensarlo una y otra vez. Puedes continuar modificándolo, cambiándolo, decorándolo; pero no te conducirá hacia lo desconocido. Y lo desconocido es Dios.

La meditación es simplemente ser, sin hacer nada; sin ninguna acción, ni pensamiento, ni emoción; simplemente eres. Y ese ser es una pura delicia. ¿De dónde viene este gozo cuando no haces nada? No viene de ningún lugar, o viene de todos. No tiene causa, porque la existencia en sí misma está hecha de lo que nosotros llamamos gozo. No necesita causa ni motivo. Para ser infeliz se necesita un motivo; si eres feliz, simplemente eres feliz, no necesitas razones. Tu mente trata de encontrar alguna causa porque no puede concebir lo que no la tiene, porque no puede controlarlo; con lo que no tiene causa la mente simplemente se hace innecesaria. Así que la mente va encontrando una u otra razón. Pero me gustaría decirte que siempre que eres feliz, lo eres sin ninguna razón; siempre que eres infeliz, tienes una razón para ello; porque la felicidad es la materia de la que estás hecho. Es tu mismo ser, es tu núcleo más profundo. El gozo es tu mismísimo núcleo.

Mira los árboles, mira los pájaros, mira las nubes, mira las estrellas; y si tienes ojos serás capaz de ver que toda la existencia es gozosa. Todo es simplemente feliz. Los árboles son felices sin ninguna razón; no van a hacerte ni ministros ni presidentes y nunca van a llegar a ser ricos ni a tener ninguna cuenta en el banco. Mira las flores, es increíble lo felices que son las flores sin ninguna razón.

Toda la existencia está hecha de la materia que llamamos gozo. Los hindúes lo llaman satchitananda, ananda, gozo. Por eso no es necesaria ninguna razón ni ninguna causa. Si simplemente puedes estar contigo mismo, sin hacer nada, simplemente gozándote; sólo estando contigo mismo, simplemente estando feliz por ser, simplemente siendo feliz por respirar, por escuchar a los pájaros, sin ninguna razón, entonces estarás en meditación. La meditación es estar aquí y ahora. Y cuando uno es feliz sin ningún motivo, no puede contener esta felicidad. Se esparce a los demás, se convierte en un compartir. No puedes mantenerla, es tanta, tan infinita que no puedes abarcarla con tus manos, tienes que permitir que se esparza. Esto es compasión

La meditación es estar contigo mismo y la compasión es el florecimiento de ese estar contigo.

sábado, 20 de mayo de 2017

QUÈ ES EL EGO

El centro del hombre no está separado del centro del todo. Sólo hay un centro en la existencia: antiguamente se llamaba Tao, Dhamma, Dios. Ahora estas palabras se han quedado anticuadas; podéis llamarlo verdad. Sólo hay un centro en la existencia. No hay varios centros, de no ser así el Universo no sería realmente un Universo, sería un multiverso. Es una unidad, por eso se le llama “Universo”; sólo tiene un centro.

Pero hay que meditar un poco acerca de esto. Ese centro es mi centro, tu centro, tu centro, el centro de todo el mundo. Ese centro no significa que tú no tengas centro, ese centro significa que tú no tienes un centro separado. Dicho en otras palabras: puede haber muchos círculos concéntricos sobre un centro, muchos. Si tiras una piedra a un lago en calma, en el lugar donde caiga la piedra surgirá un centro y luego multitud de círculos concéntricos que se expandirán hasta llegar a la otra orilla; miles de círculos concéntricos, pero todos tienen el mismo centro.

Cada uno puede reclamar ese centro como suyo propio. Y de alguna manera es su centro, pero no es sólo suyo. El ego surge con la existencia: “El centro es mío, separado. No es tu centro, es mi centro; forma parte de mí”. La idea de un centro separado es la raíz del ego.

Cuando un niño nace, viene sin un centro propio. Durante nueve meses en el vientre de la madre funciona con el centro de la madre como si fuera el suyo; él no está separado. Luego nace. Entonces, pensar que uno tiene un centro separado es algo práctico; de no ser así la vida sería muy difícil, casi imposible. Para sobrevivir y luchar por la supervivencia, todo el mundo necesita una cierta idea de quién es. Y nadie tiene la más mínima idea. De hecho nadie puede jamás tenerla, porque en lo más profundo de ti eres un misterio. No puedes tener la más mínima idea. En lo más profundo de ti no eres individual, eres universal.

Es por eso que si le preguntas a Buda: “¿Quién eres tú?”, se queda en silencio, no contesta. No puede, porque ahora ya no está separado. Él es el todo. Pero en la vida cotidiana hasta Buda tiene que usar la primera persona. Si tiene sed tiene que decir: “Tengo sed. Ananda, tráeme un poco de agua, tengo sed”.

Para ser exactamente correctos, él debería decir: “Ananda, trae un poco de agua. El centro universal tiene un poco de sed”. Pero sonaría un poco raro. Y decir una y otra vez: unas veces el centro universal tiene hambre, otras el centro universal tiene un poco de frío, otras el centro universal está cansado; sería innecesario, absolutamente innecesario. Así que siguió utilizando la vieja y significativa primera persona. Es muy significativa; a pesar de ser una ficción es muy significativa. Pero muchas ficciones son significativas.

Por ejemplo, tú tienes un nombre: eso es una ficción. Vienes sin nombre, no traes ninguno contigo, el nombre se te ha dado. Luego, por la constante repetición empiezas a identificarte con él. Hasta en sueños reconocerías tu nombre; ha llegado hasta el inconsciente, se ha ido infiltrado poco a poco. Pero es una ficción.

Pero cuando digo que es una ficción no quiero decir que sea innecesaria. Es una ficción necesaria, es útil; si no ¿cómo te vas a dirigir a la gente? Si le quieres escribir una carta a alguien, ¿a quién se la vas a escribir?

Una vez un niño le escribió una carta a Dios. Su padre había muerto, su madre estaba enferma y no tenían dinero, así que le pidió a Dios cincuenta rupias.

Cuando la carta llegó a la oficina de correos estaban desconcertados; ¿qué hacer con ella?, ¿dónde mandarla? Iba dirigida simplemente a Dios. Así que la abrieron; se sintieron conmovidos por el niño y decidieron hacer una colecta y mandarle el dinero. Reunieron algo de dinero; el niño había pedido cincuenta rupias pero ellos habían podido recoger sólo cuarenta.

Llegó otra carta, también dirigida a Dios, el niño había escrito: “Querido señor, por favor, la próxima vez que mandes dinero, dámelo directamente a mí, no me lo mandes por correo. Se han quedado su comisión; diez rupias”.

Sería muy difícil si nadie tuviera nombre. Aunque en realidad nadie tiene nombre, aún así, es una bonita ficción, de gran ayuda.

Necesitas un nombre por el que los demás te puedan llamar, lo necesitas para llamarte a ti mismo, pero es una ficción. Si profundizas en ti mismo descubrirás que el nombre desaparece, la idea del yo desaparece; solo queda un puro siendo, estando, existencia, ser.

Y ese ser no está separado, no es tuyo ni mío; ese ser es el ser de todo. Las piedras, los ríos, las montañas, los árboles, está todo incluido. Incluye todo, no excluye nada. Todo el pasado, todo el futuro, este inmenso Universo, está incluido en él. Cuanto más profundices en ti, te irás dando más y más cuenta de que no existen las personas, de que los individuos no existen; lo que existe entonces es una pura universalidad. En la circunferencia tenemos nombre, ego, identidad. Cuando saltamos desde la circunferencia al centro, todas esas identidades desaparecen.

El ego es tan sólo una ficción útil.

Utilìzalo, pero no te dejes engañar por él.

Al no estar iluminados, ¿funcionamos siempre a través del ego o hay momentos en que nos liberamos de él?

Hay momentos en que os libráis de él, porque es una ficción. Pero por ser una ficción, sólo puedes permanecer si tú la mantienes. Una ficción necesita un gran mantenimiento. La verdad no necesita que se la mantenga, esa es la belleza de la verdad. ¿Pero una ficción? Tienes que pintarla continuamente, repararla aquí y allá, está continuamente derrumbándose. Cuando te las arreglas para repararla por un lado, empieza a derrumbarse por el otro.

Y eso es lo que la gente hace toda su vida, trata de hacer que la ficción parezca realidad. Ten más dinero, así podrás tener un ego más grande, un poco más sólido que el de un hombre pobre. El ego del hombre pobre es delgado; no puede permitirse un ego más grueso. Hazte primer ministro o presidente de un país y tu ego se inflará en extremo. Entonces no caminarás sobre la tierra.

Toda nuestra vida, la búsqueda del dinero, poder, prestigio, esto y aquello, no es otra cosa que la búsqueda de nuevas propiedades, la búsqueda de nuevas ayudas para mantener como sea las ficciones. Y todo el tiempo sabes que la muerte llega. Hagas lo que hagas, la muerte lo destruirá. Pero uno todavía sigue esperando contra toda esperanza; puede que todos los demás mueran, pero no tú.

Y en un sentido es verdad. Tú siempre has visto morir a otra gente, nunca te has visto morir a ti mismo, también parece verdad, lógico. Esta persona muere, aquella persona muere, pero tú nunca mueres. Tú siempre estás ahí para sentir pena por ellos, siempre vas con ellos al cementerio a darles el último adiós, pero luego te vuelves a casa.

No te dejes engañar por esto, porque a toda esa gente le pasaba lo mismo. Y no hay excepciones. La muerte llega y se lleva todas las ficciones, tu nombre tu fama. La muerte llega y simplemente lo borra todo; no queda ni huella. Hagamos lo que hagamos nuestra vida no será otra cosa que escritura en el agua; ni siquiera en la arena, en el agua. Ni siquiera lo has escrito, y ya ha desaparecido. No puedes ni leerlo, ha desaparecido.

Pero seguimos tratando de hacer castillos en el aire. Por ser una ficción, necesita un constante mantenimiento, un constante esfuerzo, noche y día. Y nadie puede prestar tanta atención las veinticuatro horas del día. Así que algunas veces, aún a pesar de ti, hay momentos en los que tienes destellos de realidad, sin que el ego funcione como barrera. Cuando la pantalla del ego no está, hay momentos; recuerda, a pesar de ti. Todo el mundo tiene esos momentos de vez en cuando.

Por ejemplo, cada noche cuando te duermes profundamente, y el sueño es tan profundo que no puedes ni soñar, entonces no se encuentra el ego; todas las ficciones desaparecen. Dormir profundamente, sin soñar, es como una pequeña muerte. En sueños todavía hay una posibilidad de que te las arregles para recordarlo. La gente se las arregla para mantener su ego hasta en sueños.

Es por eso que el psicoanálisis trata de profundizar en los sueños, porque hay menos posibilidades de mantener la identidad; se pueden encontrar más agujeros. Durante el día estás muy alerta y en guardia, siempre con un escudo para proteger tu ego. En sueños algunas veces te olvidas. Pero los que han estudiado los sueños dicen que hasta cuando duermes la protección permanece; se vuelve un poco más sutil.

Pero cuando se duerme sin soñar el ego desaparece completamente, porque cuando no se piensa, no se sueña, ¿entonces cómo puedes mantener una ficción? Pero el sueño sin sueños es muy corto; no dura más de dos horas en un sueño saludable de ocho. Pero sólo esas dos horas son revitalizantes. Si duermes dos horas profundamente sin sueños, por la mañana estás nuevo, fresco, vivo. La vida recupera su encanto, el día parece un regalo. Todo parece ser nuevo, porque tú eres nuevo. Y todo parece ser maravilloso porque tú estás en un espacio maravilloso.

¿Qué pasa en esas dos horas que caes en sueño profundo? el ego desaparece. Y la desaparición del ego te revitaliza, te rejuvenece. Con la desaparición del ego, aún en profunda inconsciencia, tienes una experiencia de Dios.

Pantajali dice que no hay tanta diferencia entre dormir sin sueños, y el estado definitivo de ser un Buda; no hay tanta diferencia, no obstante hay una diferencia. La diferencia es la consciencia. En el sueño sin sueños eres inconsciente, en samadhi eres consciente. Pero el estado es el mismo: vas hacia Dios, vas hacia el centro universal. Desapareces de la circunferencia y vas al centro. Y tan sólo ese contacto con el centro te rejuvenece.

La gente que no puede dormir es muy desgraciada, verdaderamente desgraciada. Ha perdido la fuente natural que les conecta con Dios. Ha perdido el puente natural hacia lo universal; se ha cerrado una puerta.

En este siglo se sufre por primera vez de insomnio. Hemos cerrado todas las puertas; ahora cerramos la última puerta, la puerta del sueño. Esa parece ser la última desconexión con la energía universal; el mayor de los peligros. Y ahora hay idiotas en el mundo que escriben libros, y además con una perspicacia muy lógica, diciendo que no se necesita dormir en absoluto, que es una pérdida de tiempo. Tienen razón, es una pérdida de tiempo. Para la gente que piensa en términos de dinero y trabajo: los adictos al trabajo, para ellos es una pérdida de tiempo.

Igual que ahora existe Alcohólicos Anónimos, pronto tendremos Adictos al Trabajo Anónimos. Gente que está obsesionada con el trabajo, que tiene que estar moviéndose continuamente. No pueden descansar, no pueden relajarse. Hasta cuando se mueran estarán haciendo una cosa u otra.

Esa gente ahora sugiere que dormir es innecesario. Sugieren que dormir es una innecesaria resaca del pasado. Dicen que en el pasado, cuando no se conocía el fuego ni la electricidad, la gente tenía que dormir por necesidad, pero que ahora no hay necesidad. Es tan sólo un viejo hábito absorbido durante millones de años, que se tiene que abandonar. Tienen la idea de que en el futuro no se dormirá.

Debido a que el ego es una ficción, algunas veces desaparece. El mejor momento es cuando se duerme sin sueños. Así que date cuenta de que dormir es muy valioso; no te lo pierdas por ninguna razón. Poco a poco haz del sueño una cosa regular. Porque el cuerpo es un mecanismo, si sigues patrones regulares de sueño será más fácil para el cuerpo, y para la mente será más fácil desaparecer.

Vete a la cama a la misma hora exactamente. No lo tomes al pie de la letra; ¡si un día te acuestas tarde no vas a ir al infierno! Tengo que ser cauto, porque hay algunas personas obsesionadas con la salud. Su única enfermedad es estar continuamente pensando en la salud; si dejaran de pensar en ello estarían totalmente sanos. Pero si puedes hacer que el sueño sea regular, acostándote y levantándote más o menos a la misma hora todos los días; el cuerpo es un mecanismo, la mente también, y a su debido tiempo simplemente cae en ese estado en el que no hay sueños.

Viendo una flor de loto en el lago, o el atardecer, o un pájaro en el aire; cualquier cosa que provoque tu sensibilidad interior, cualquier cosa que durante un momento te posea tan profundamente que te olvides de ti mismo, que seas y a la vez no seas, que te abandones a ti mismo; entonces también, el ego se desprende. Es una ficción con la que hay que cargar. Si la olvidas por un momento, se desprende.

Y es bueno que se desprenda por algunos momentos y puedas tener un destello de lo verdadero y lo real. Si la religión no ha muerto es debido a esos destellos. No a los sacerdotes; ellos han hecho todo lo posible por destruirla. No es debido a los mal llamados religiosos, los que van a las iglesias, las mezquitas y los templos. No son en absoluto religiosos, están fingiendo.

La religión no ha muerto debido a esos momentos que le ocurren más o menos a casi a todo el mundo. Date más cuenta de ellos, absorbe más el espíritu de esos momentos, crea más espacios para que esos momentos ocurran. Esta es la verdadera forma de encontrar a Dios. No estar en el ego, es estar en Dios.

sábado, 13 de mayo de 2017

LA HUMILDAD, LA TIMIDEZ Y EL MIEDO

La diferencia entre ser humilde, ser tímido, y simplemente esconderse por miedo es inmensa. Pero la inconsciencia del hombre es tal, que ni siquiera es capaz de distinguir entre sus propios actos y sus respuestas a la realidad; por otra parte, la diferencia es tan clara que hasta hacer la pregunta carece de sentido.

Primero tienes que profundizar en la palabra “humilde”. Todas las religiones le han dado una connotación errónea: con humilde quieren decir justamente lo opuesto a egoísta; no es eso. Pero hasta lo opuesto exacto al ego sería todavía el ego, escondido detrás de diferentes máscaras. Se deja ver de vez en cuando en el que llaman hombre humilde: él se cree más humilde que nadie; y eso es ego. La humildad no conoce ese lenguaje.

Hay una historia de tres frailes cristianos. Sus monasterios estaban cerca, en las montañas, y ellos tenían que cruzarse en el camino todos los días. Un día hacía tanto calor que decidieron parar a descansar y hablar un poco entre ellos. Después de todo eran todos cristianos; puede que pertenecieran a diferentes sectas, pero sus bases eran cristianas.

Mientras se sentaban a la sombra de un árbol, el primero dijo: “Está claro que vuestros monasterios deben tener algo, pero no tienen la sabiduría ni la erudición que encontrarás en el nuestro”.

El segundo dijo: “Eres tú quien ha sacado el tema, por eso os tengo que decir que vuestros monasterios pueden tener erudición, pero esa no es la cuestión. Nadie es más austero y disciplinado que la gente de nuestro monasterio, su austeridad es incomparable, y en el momento del juicio final, recordad, la erudición no se tendrá en cuenta. Lo que contará será la austeridad”.

El tercero se rió y dijo: “Ambos tenéis razón acerca de vuestros monasterios, pero no conocéis la verdadera esencia del cristianismo, y esta es la humildad. Nosotros somos los más humildes”.

¿Humildes y los mejores?; esto es simplemente un ego reprimido. Por avaricia, por la tremenda avaricia de entrar en el paraíso y disfrutar todos sus placeres, un hombre es capaz de reprimir su ego y volverse humilde. Antes de que te pueda decir lo que es la verdadera humildad tienes que comprender la falsa humildad. A menos que comprendas la falsa, es imposible definir la verdadera. De hecho, al entender la falsa, la verdadera surge en tu visión por sí sola.

La falsa humildad es simplemente el ego reprimido, aparentando ser humilde pero deseando ser el mejor. La verdadera humildad no tiene nada que ver con el ego; es la ausencia del ego. No pretende ser superior a nadie. Es la pura y simple comprensión de que no hay nadie que sea superior, ni nadie que sea inferior; las personas son simplemente ellas mismas, incomparablemente únicas. No puedes compararlas como superior o inferior.

De ahí que el auténtico hombre humilde sea muy difícil de comprender, porque no será humilde de la manera que tú lo entiendes. Has conocido montones de personas humildes, pero todos eran egoístas y tú no eres lo suficientemente perspicaz para ver que eso es su ego reprimido.

Una vez vino a mi casa una misionera cristiana, una mujer joven y preciosa. Me regaló la Sagrada Biblia y algunos otros panfletos, ella parecía muy humilde. Le dije: “Saque toda esta basura de aquí. Esta sagrada Biblia es una de las más sacrílegas escrituras del mundo”; e inmediatamente ella explotó. Olvidó toda su humildad. Le dije: “Puede dejar la Biblia. Sólo ha sido una treta para mostrarle quién es usted. Usted no es humilde; de otra forma no se hubiera sentido herida”.

Sólo el ego se siente siempre herido.

No se puede herir a un hombre humilde.

La verdadera humildad es simplemente la ausencia del ego. Es abandonar toda la personalidad y la decoración que has acumulado a tu alrededor, y ser como un niño que no sabe quién es, que no sabe nada acerca del mundo. Sus ojos son claros; puede ver el verde de los árboles con más sensibilidad que tú. Tus ojos están llenos del polvo que tú llamas conocimiento. ¿Y por qué has acumulado este polvo que te está dejando ciego?: porque en el mundo, el conocimiento le da una tremenda energía a tu ego. Tú sabes y los demás no.

El hombre humilde no sabe nada. Ha completado el círculo de regreso a la inocencia de su infancia: está lleno de asombro; ve misterios en todas partes; recoge piedras y conchas de la playa, y se siente tan feliz como si hubiera encontrado diamantes, esmeraldas y rubíes.

La infancia posee una inmensa claridad. En esta claridad, en esta transparencia, bajo esta perspectiva, el mundo entero es un milagro.

El hombre humilde regresa a esta milagrosa existencia. Nosotros la damos por supuesta, pero no vemos cómo del mismo suelo florecen lotos, rosas y millones de otras flores. La tierra no tiene colores, ¿de dónde vienen esos preciosos colores?; la tierra es muy tosca, ¿de dónde vienen las rosas aterciopeladas?; la tierra no tiene verdor, ¿de dónde viene el verde de los árboles?

El hombre humilde es como un niño otra vez. No tiene exigencias, sino sólo gratitud; gratitud por todas las cosas; gratitud incluso por cosas por las que tú ni puedes concebir que se pueda estar agradecido.

Un místico sufí, Junnaid, estaba en peregrinación religiosa con sus discípulos. En su escuela de misterio era casi rutinario para los discípulos rezar con el maestro. Y su plegaria era siempre la misma; acababa dando gracias a Dios: “¿Cómo te voy a pagar? Me das tanto, me inundas con tanta felicidad, y nunca me dices cómo te lo voy a pagar. No tengo otra cosa que gratitud. Perdóname por mi pobreza, pero te doy las gracias por todas las cosas maravillosas que me has dado”.

Nadie lo ha objetado. La escuela de misterio de Junnaid estaba floreciente, la gente venía desde lugares muy lejanos; se convirtió en una de las más ricas escuelas sufíes. Pero en la peregrinación los discípulos comenzaban a flaquear respecto a la última parte de la plegaria.

Un día atravesaron una aldea muy fanática. Los mahometanos no creen que los sufíes sean verdaderos mahometanos (y los sufíes son los únicos auténticos mahometanos de todo el mundo). Los mahometanos ortodoxos, los sacerdotes; condenan a los sufíes por haberse desviado al dejar la masa y empezar a moverse en su propio camino en solitario. No les importa la tradición, han declarado abiertamente que “si hay algo erróneo en la tradición lo vamos a corregir”.

Por ejemplo, los mahometanos ruegan a Dios en sus plegarias, y acaban la plegaria con: “El Dios de los Mahometanos es el único Dios. Sólo hay un Dios, y sólo hay un libro sagrado, el Corán, y sólo hay un profeta, Hazrat Mahoma”.

Los sufíes nunca lo acaban; simplemente dicen: “Sólo hay Dios”; y nada más. Han abandonado los otros dos puntos, el de que sólo hay un libro sagrado, el Corán, y el de que sólo hay un profeta Hazrat Mahoma. Esto hiere a los mahometanos ortodoxos.

Los sufíes son gente muy humilde y abierta a recibir de todas las fuentes; no les preocupa si viene de fuentes cristianas, o de fuentes judías, o de fuentes hindúes. La verdad es la verdad; por qué puerta entra en tu ser es irrelevante.

Esa aldea fanática no les dio cobijo, no les dio comida, ni siquiera les dejaron beber de su pozo. Era un país desértico y esto continuó ocurriendo durante tres días: dormían en la fría noche del desierto, temblando durante toda la noche, hambrientos, sedientos, rechazados, condenados; y en la última aldea hasta les habían tirado piedras. De alguna forma sobrevivieron y escaparon.

Pero el maestro continuó su plegaria, exactamente igual que lo hacía en la escuela de misterio: “¡Cuántos nos has dado! ¡Tú compasión es infinita! Y tú conoces nuestra pobreza; no podemos darte nada excepto nuestra gratitud de todo corazón”.

Eso ya era demasiado. Tres días sin comida, sin cobijo, en las frías noches del desierto… los discípulos no podían resistirlo. Junnaid estaba yendo demasiado lejos. Uno de los discípulos le dijo: “Al menos en días como estos, deja esta última parte”.

Junnaid dijo: “No lo comprendes. Dios nos ha dado estos días como una prueba de fuego. Su compasión es infinita; tan sólo nos prueba para ver si también nuestra confianza es infinita o no, si nuestra confianza tiene condiciones. Si hubiésemos sido recibidos por esas aldeas, bienvenidos, alimentados y hospedados (los mahometanos respetan mucho a la gente que va en peregrinación sagrada), entonces hubieses estado de acuerdo con mi plegaria. Porque hasta ahora, nunca habías estado en desacuerdo. Por primera vez Dios me da la oportunidad de mostrar que no sólo estoy agradecido en los días buenos, sino que, pase lo que pase, mi gratitud permanecerá sin vacilar. Hasta en la hora de la muerte tendré las mismas palabras en mis labios”.

Un hombre humilde vive una vida de gratitud incondicional; no sólo gratitud hacia Dios, sino también hacia los seres humanos, los árboles, las estrellas, todas las cosas.

Ser tímido es otra forma del ego. Se ha convertido en algo casi ornamental. Se considera que las personas que se sienten tímidas, en Oriente particularmente las mujeres, tienen una gracia especial; pero son tímidas porque se piensa que serlo es algo maravilloso.

En Occidente, poco a poco esa timidez está desapareciendo porque ya no se piensa que tenga valor alguno; simplemente muestra una larga tradición de esclavitud. La mujer occidental moderna también se ha deshecho de ella porque esa una cadena que la ataba, y necesitaba romper para liberarse.

¿En qué momentos te sientes tímido? En los momentos en que alguien te alaba; en los momentos en que alguien te dice: “Qué bonito eres”; y tú sabes que no es verdad, no hay tanta gente bonita alrededor. Pero casi todo el mundo se cruzará con un idiota que le diga: “Qué bonito eres”. Y entonces te entra la timidez porque sabes que no lo eres, pero satisface al ego.

Puedes probar, puedes decirle al hombre más feo o a la mujer más fea: “¡Dios mío! No hay nada en el mundo como tú. Eres tan hermosa que ni Cleopatra sería nada comparada contigo”; y ni la mujer más horrible lo negará. De hecho dirá: “Tú eres el único que tiene sensibilidad…”.

Es el ego otra vez jugando un juego diferente.

La persona sin ego nunca se siente tímida. Si dices algo que no es verdad acerca de él, él mismo lo desmentirá. Quiere exponerse a sí mismo en absoluta autenticidad.

Y por último, “esconderse por miedo”. Son todas expresiones diferentes del ego: la falsa humildad, ser tímido; cuando se sabe perfectamente bien que lo que se está diciendo no es verdad; y la tercera, esconderse por miedo. Excepto el ego, no hay elemento en ti que pueda sentir miedo nunca, porque el ego es lo único que es falso y que tiene que morir. Ni tu cuerpo desaparecerá; simplemente regresa a sus elementos básicos; ni tu consciencia va a morir. Continuará su viaje hacia niveles y formas de expresión más elevadas, o finalmente puede desaparecer en la consciencia universal.

Pero esto no es la muerte. Eso es convertirte en algo grande, inmenso… infinito y eterno; no es una pérdida. La única cosa que va a morir, y ha estado continuamente muriendo cada vez que tú has muerto, la única cosa que muere una y otra vez, es el ego. El cuerpo vuelve a los elementos naturales, la consciencia vuelve a la consciencia universal, o a una nueva forma de consciencia; la única cosa que muere una y otra vez es el ego. Así que el ego es la raíz que causa todo miedo en ti.

Un hombre sin ego es también un hombre sin miedo.

En lo que a ti concierne es sólo discriminación intelectual. En lo que a mí concierne no lo es, es mi experiencia. El día que mi ego desapareció, encontré una clase de humildad totalmente nueva. Descubrí que no hay nada por lo que ser tímido, y de ninguna manera me he estado escondiendo por miedo.

Tú también puedes tener esta experiencia, y hasta que no la tengas, solamente la comprensión intelectual no será suficiente. La meditación te puede ayudar a deshacerte del ego y esas tres cosas desaparecerán.

sábado, 6 de mayo de 2017

LA ILUMINACIÔN Y LA RELAJACIÒN

Esa es toda mi filosofía, que no debes hacer ningún esfuerzo, que sólo relajándote llega la iluminación. Viene cuando te encuentras realmente relajado, sin tensión, sin esfuerzo; e inmediatamente te inunda con miles de flores.

Pero todas las religiones han enseñado justo lo opuesto, que la iluminación es un trabajo muy arduo, que requiere el esfuerzo de toda una vida, quizá de muchas vidas, y aún así no es algo seguro, no hay garantía. Puedes perderte cuando estás sólo a un paso de la iluminación. ¡Y tú no conoces el camino hacia la iluminación! Así que hay muchas posibilidades de perderse, de desviarse. Algunas personas han tropezado con la iluminación por azar, sólo por accidente.

Millones de personas han estado buscando y no han encontrado nada, sin ser conscientes de que la propia búsqueda les está poniendo tensos; su propio esfuerzo está creando un estado en el cual la iluminación no puede suceder. La iluminación sólo puede suceder cuando estás tan en silencio, tan relajado, que casi no estás. Tan sólo un puro silencio, e inmediatamente la explosión, la explosión de tu alma luminosa.

La gente rigurosa simplemente destruye su inteligencia y su cuerpo, y yo no creo que alcancen la iluminación. Las pocas personas que han alcanzado la iluminación lo han hecho en un estado relajado. La relajación es la tierra donde crecen las rosas de la iluminación.

Así que, está muy bien que quieras estar relajado, cómodo, sin esfuerzos, esa es la receta. Te iluminarás. ¡Te puedes iluminar hoy! La iluminación es tu ser más interior. Sólo porque estás tan ocupado con el esfuerzo, en buscar, averiguar, haciendo esto y aquello, nunca llegas a tu propio ser. Cuando estás relajado no vas a ningún sitio, tú no haces nada y la hierba crece por sí misma.

Todo lo que se necesita es estar alerta, ser inteligente, consciente, que no son esfuerzos; atestiguar, observar, que no son tensiones. Son experiencias muy gozosas, de las que no te cansas y que te dejan muy calmado y sereno. No se han tenido noticias de que la inteligencia fuera parte de vuestros mal llamados santos. La destruyeron completamente con sus estúpidos esfuerzos, Y yo os digo, todos los esfuerzos para iluminarse son estúpidos.

¡La iluminación forma parte de tu naturaleza! Ya estás iluminado, sólo que no lo sabes. En lo que a mí concierne estáis todos iluminados, porque puedo ver vuestra llama interior. Cuando os veo, no veo vuestra figura, veo vuestro ser, el cual es sólo una preciosa llama luminosa.

Se dice que a Gautama Buda le sorprendió que en el momento en que se iluminó también se iluminó toda la existencia, porque sus propios ojos cambiaron, su propia visión cambió. Podía mirar tan profundo dentro de él mismo como dentro de todos los demás, hasta de los animales y los árboles. Podía ver que todo se mueve hacia la iluminación. Todas las cosas necesitan realizar su propia naturaleza; sin ello la vida no es un gozo, no es una festividad.

Simplemente sé un poco inteligente, y la iluminación ocurrirá por sí sola; ni siquiera tienes que pensar en ello.

Sólo un poco inteligente. El mundo no es inteligente. Está funcionando de una forma muy poco inteligente y crea toda clase de miserias para todos, en vez de ayudarles a ser más felices. Todo el mundo se burla de los demás, arrastrándose los unos a los otros hacia una oscuridad más profunda, hacia un lodo más profundo, hacia problemas más profundos. Parece que en este mundo la gente disfruta sólo de una cosa: de crear desdicha a los demás, por eso hay tal nube de oscuridad rodeando la Tierra. Si no, esto sería un continuo festival de luces; y no de luces ordinarias, sino de las luces de tu mismo ser.

¿Por qué han logrado los sacerdotes convencer al hombre de que la iluminación es muy difícil, una tarea casi imposible? La razón está en tu mente, ella siempre está interesada en lo difícil, en lo imposible, porque eso resulta desafiante y el ego necesita un desafío para hacerse más y más grande.

Los sacerdotes han conseguido convenceros de que la iluminación es muy difícil, casi imposible. Entre millones de personas sólo de vez en cuando uno se ilumina; tienen la idea de que no te puedes iluminar. Para evitar que te ilumines usan un ingenio muy astuto. Desafían tu ego y tú te interesas por toda clase de rituales, por toda clase de austeridades, de autotortura. Has hecho de tu vida una angustia lo más profunda posible.

Pero esas personas que han hecho de su vida una tortura, los masoquistas, no pueden iluminarse. Pueden seguir oscureciéndose más y más. Y esas personas que viven en la oscuridad acaban por arrastrarse como esclavos fácilmente, porque en su extraño esfuerzo han perdido toda su inteligencia, toda su consciencia.

¿Has visto alguna vez, durante el invierno, un perro descansando al sol por la mañana temprano? Ve su propia cola moverse y siente curiosidad. ¿Qué es eso? Salta para cazar su cola. Pero entonces se vuelve loco, porque esto resulta muy extraño: cuando salta él, también salta la cola. Y la distancia entre el perro y la cola es siempre la misma; da vueltas y vueltas. ¿Lo has observado?: cuanto más salta la cola, más empeño pone; usando su fuerza de voluntad, trate de agarrarla de una u otra forma. Pero el pobre no sabe que es imposible. Que ya es parte de él. Y que cuando él salte, la cola saltará.

La iluminación no es difícil ni imposible. No tienes que hacer nada para obtenerla: es simplemente tu naturaleza intrínseca, es tu propia subjetividad. Todo lo que tienes que hacer es relajarte totalmente por un momento, olvida todos los quehaceres y todos los esfuerzos, para no estar ocupado con nada. Esta consciencia desocupada de repente se da cuenta de que “yo soy eso”.

La iluminación es la cosa más fácil del mundo, pero los sacerdotes no quieren que la gente se ilumine. De ser así no serían cristianos, no habría católicos ni hindúes, ni mahometanos: tienen que prevenirlos; tienen que mantenerlos ciegos a su propia naturaleza y han descubierto una manera muy astuta: no tienen que hacer nada, simplemente darte la idea de que es muy difícil, una misión imposible.

Inmediatamente a tu ego le interesa. Al ego nunca le interesa lo obvio. Nunca le importa lo que eres; sólo se interesa por una meta lejana; cuando más lejana sea la meta, mayor será el interés. Pero la iluminación no es una meta y no dista ni una pulgada de ti: ¡eres tú!

El buscador es lo buscado.

El observador es lo observado.

El conocedor es lo conocido.

Una vez que has comprendido que tu propia naturaleza es la iluminación… de hecho, la palabra sánscrita para religión es dharma: significa naturaleza, tu propia naturaleza. No significa Iglesia, no significa teología, simplemente significa tu naturaleza. Por ejemplo, ¿cuál es el dharma del fuego?: ser caliente. ¿Y cuál es el dharma del agua?: fluir hacia abajo. ¿Cuál es la naturaleza del hombre?: iluminarse; conocer su propia divinidad.

Si puedes comprender la facilidad… los logros sin esfuerzo de tu naturaleza… sólo así te consideraré inteligente; si no puedes comprender esto, no eres inteligente, eres simplemente un egoísta que intenta… Igual que algunos egoístas intentan ser los hombres más ricos del mundo, otros pocos egoístas intentan ser los más poderosos y muy pocos intentan iluminarse. Pero la iluminación no es posible para el ego; puedes conseguir la riqueza, el poder, el prestigio, y son cosas difíciles, muy difíciles.

A Henry Ford, uno de los hombres más ricos de este tiempo, aunque nació pobre, le preguntaron: “¿Qué desea para la próxima vida?”.

Él dijo: “No quiero ser el hombre más rico otra vez. Ha sido una tortura toda mi vida; no he podido vivir. Solía llegar a la fábrica a las siete de la mañana, los operarios llegaban a las ocho, los oficinistas llegaban a las nueve y el director llegaba a las diez y se iban a las dos; todos los demás se iban a las cinco y yo me quedaba a trabajar hasta bien entrada la noche, unas veces hasta las diez, otras veces hasta las doce.

“Trabajé duro para convertirme en el hombre más rico y lo conseguí. ¿Pero para qué? No he podido disfrutar de nada. Trabajé más duro que mis trabajadores. Ellos han disfrutado más de la vida. Yo no he tenido vacaciones. Hasta en vacaciones solía ir a la fábrica a proyectar planes para el futuro”.

Ser el hombre más rico es difícil, pero si haces el esfuerzo necesario puedes llegar a serlo. Es difícil, pero puedes llegar a la cima del Everest si haces el esfuerzo necesario. Pero si haces el más mínimo esfuerzo, la iluminación se vuelve imposible para ti. Si pones a tu mente, con todas sus tensiones y preocupaciones, a componer tu iluminación, vas en la dirección equivocada, te alejas de ella.

Necesitas dejarte ir completamente, con una tranquilidad absoluta, sin tensiones, en un estado de silencio. Y de repente… la explosión. Habéis nacido todos iluminados, os deis cuenta de ello o no.

La sociedad, las religiones, los políticos, no quieren que te des cuenta de ello, porque va en contra de sus intereses creados.

Viven y te chupan la sangre porque no estás iluminado. Son capaces de reducir a toda la humanidad a estúpidas etiquetas; cristiano, hindú, mahometano; como si fueras cosas, mercancías. Te han etiquetado quién eres en la frente.

Actualmente en la India puedes encontrar brahmanes con símbolos en la frente. Viendo el símbolo puedes reconocer a qué clase de brahmanes pertenece; son medios o mercancías. Llevan sus símbolos marcados en la frente. Puede que tú no lo lleves, pero en el fondo sabes que dentro de tu ser llevas gravado que eres cristiano, que eres budista, que eres hindú.

Si os iluminarais, serías simplemente luz, un gozo para vosotros mismos y para los demás, una bendición para vosotros y para toda la existencia, serías la última libertad. Nadie podría explotarte, nadie podría esclavizarte en ningún sentido. Y ese es el problema; nadie quiere que te ilumines. Hasta que no te des cuenta seguirás jugando en las manos de los intereses creados, los cuales son todos parásitos. Su única función es chuparte la sangre.

Si quieres libertad, la iluminación es la única libertad. Si quieres individualidad, la iluminación es la única individualidad. Si quieres una vida llena de bendiciones, la iluminación es la única experiencia. Y es muy fácil, absolutamente fácil; es la única cosa que para conseguirla no tienes que hacer nada, porque ya está ahí. Tan sólo tienes que relajarte y verlo.

Por eso en la India no tenemos nada paralelo a la filosofía occidental. Filosofía significa pensar acerca de la verdad: “Amor al conocimiento”. En la India tenemos una cosa totalmente diferente. Lo llamamos darshan. Y darshan no significa pensar, significa ver.

Tu verdad no es para ser pensada, tiene que ser vista. Ya está ahí, no tienes que ir a ningún sito para encontrarla. No tienes que pensar acerca de ella, tienes que parar de pensar para que pueda emerger a la superficie de tu ser.

Se necesita que haya espacio sin ocupar dentro de ti para que la luz que está oculta pueda expandirse y llenar tu ser. Y no sólo llena tu ser, empieza a irradiar desde él. Toda tu vida se vuelve belleza, una belleza que no es la del cuerpo, sino la que se irradia desde dentro, la belleza de tu consciencia.

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